La Opinión de A Coruña

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VUELVA USTED MAÑANA

Gran semana

Esta que se ha acabado ha sido una de las semanas más tristes que recuerdo. Lastra ha dimitido, aunque la derecha extrema, fascista toda ella, haya hecho correr el bulo de que esa bendición del cielo que es nuestro amado líder Sánchez, la ha cesado. Mienten. Su bonhomía le impediría hacerlo a una mujer encinta, por respeto a su condición y por marcar diferencias con el patriarcado reaccionario y mendaz.

Lastra, esa asturiana curtida en trabajos mil desde su más tierna infancia, ejemplo de mesura, voz que transmite paz y sosiego, de verbo grácil y fluido, de cultura tan extensa como pródiga en conocimientos, la esperanza del mañana del PSOE. Dicen que era ella, dada su ejemplaridad e inteligencia demostrada, el referente, el ejemplo, la musa que inspiró la nueva ley de educación. Era el modelo a imitar y todos los niños debían demostrar haber llegado, al menos, a la mitad de sus conocimientos y formación. Y ahí está, a la vista de todos, que el resultado no puede ser más satisfactorio. Un éxito ahora frustrado con su inesperada marcha.

Lastra se nos ha ido en silencio, como siempre hizo, sin criticar a nadie, sin levantar la voz y sin pedir más cuentas que el salario que se merece, alto, pero adecuado a su valía y antigüedad en la empresa.

Se va porque está embarazada. Y el embarazo, aunque los hombres no lo sepamos, inhabilita para ejercer cualquier profesión, especialmente las intelectuales. No es la baja laboral lo procedente cuando una mujer se halla en estado de gravidez —de gravedad diría ella con ese gracejo que la caracterizaba—, sino la dimisión inmediata de sus cargos, no de todos, por supuesto, pero sí de los más representativos. Estos no son propios de una mujer en condiciones de lo que, a partir de ahora, habrá que calificar como enfermedad invalidante.

La pena, que me desborda, solo ha menguado al conocer el nombramiento de Lilith Vestringe como nueva Secretaria de Estado para la agenda 2030. La esperanza en el futuro ha vuelto a renacer. Bien han hecho al darle ese cargo, pues, como muy bien dice, el esfuerzo y la meritocracia son una rémora franquista. Darle una agenda para dentro de ocho años le permitirá poner en marcha o en vigor esos principios tan acertados, culminación de la nueva sociedad que ella está ayudando a poner en marcha. Ocho años parecen pocos para leer la agenda, pero una vez culminada la aprehensión de conocimientos sobre el tema, sin estrés, ni sobresaltos, propondrá medidas que en el 2100 serán la guía de nuestros nietos.

Fuerza tiene, como lo demuestra arengando en sus mítines, pronunciados como un susurro, para que calen en el magín de sus correligionarios. Sus méritos académicos están ahí y son públicos y notorios, aunque, por su modestia, no los haya exhibido o demostrado en sus múltiples actividades. Su humildad le impide todo exceso intelectual.

Este país está de suerte y la cuota de Podemos en el Gobierno sale reforzada de la crisis con el PCE. Todos lo comprobaremos. La felicidad está a la vuelta de la esquina.

El final de la semana, tras todo lo dicho, me ha devuelto la confianza en la condición humana, en el triunfo de la tradición y el deber ser. Tanto cambio, cuando algo subsiste desde tiempos remotos, altera la paz interior y produce gran zozobra.

El PSOE de Alicante tiene esa idiosincrasia que le hace propio y peculiar y sin la cual no es reconocible. Por eso, desde hace meses, sentía que algo se nos escapaba, algo que forma parte de nuestro patrimonio como ciudad. Pocas cosas se oían y, aunque en el fondo latía ese alma particular, imborrable, parecía tratarse solo de pequeñas escaramuzas, de duelos medidos en su letalidad, aunque, es verdad y siguiendo la tradición, sin horizonte alguno de volver a gobernar el Ayuntamiento. Para qué hacerlo con lo bonito que es darle mandobles al compañero y ganar asambleas.

Por fin esta semana nuestro partido más representativo de la izquierda ha regresado con fuerza y recuperado su alma. Una escabechina en toda regla, como siempre, muertos, heridos, abandonos y algunos que se creen victoriosos, aunque les dure el oro lo que dura un sueño. Este es nuestro PSOE, el de siempre, el que no gobierna, pero que nos hace disfrutar de la vida con esa gracia tan peculiar y que es patrimonio de la ciudad.

Se van unos y regresan los mismos. Como siempre. Qué hermoso.

Esto es la paz, la costumbre y debemos agradecer a ese gran partido que conserve sus esencias, que nos siga dando lo mejor de sí mismo.

En fin. Salvo por la pérdida irreparable de Lastra, a las puertas de las vacaciones no pueden ser mejores los augurios de un curso que se presenta feliz, moderado y esperanzador. Lo ha prometido Sánchez y ante su palabra no cabe resquicio alguno para la duda. Nunca una palabra tuvo más valor.

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