La Opinión de A Coruña

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Xavier Bru de Sala

Rushdie, valor contra amenaza

Que la libertad de palabra se vea cada vez más restringida en países como España (dejemos la de manifestación para otro día), poco mérito vale a los gobernantes, y menos a sus socios. Entre Salman Rushdie y Pablo Hasél, mismo principio, diferencia de grado. El objetivo de siglos de lucha de la cultura contra la intolerancia, iniciada por Erasmo, no era precisamente llegar a la situación de hoy, donde si tu lengua atraviesa los límites fijados por el poder establecido te la cargas. La realidad del mundo de hoy va por culturas, por actitudes, por religiones. Aquí es de retroceso, a pesar de que bienvenidas sean las medidas del papa Francisco, que dificultan a la extrema derecha ampararse en el catolicismo. En el islam es estable, de resistencia contra los avances de la libertad y la igualdad. La diferencia: en nombre del cristianismo no se inflige el mal; para salvaguardar el islamismo es necesario causar tanto como convenga.

Sea por explicable conveniencia de entonces o por cambio real de convicción, Rushdie ha pasado de musulmán partidario de la autonomía de la conciencia individual en los años noventa, cuando quizá la ejecución era inminente, a ateo de línea dura. Las creencias, cada cual se las adereza como puede. Otra cosa son los hechos. Rushdie ha sido valiente, se la ha jugado y ahora es símbolo de una lucha que no tenemos ganada, ni mucho menos. La de la libertad contra el miedo. Quedémonos como legado urbi et orbi con su afirmación más desgarradora y contundente. Que no le otorgarían el Nobel por motivos digamos no literarios. Muy valientes que fueron los académicos del reino sueco para otorgarlo, bien parapetados tras una ideología, a Aleksandr Solzhenitsin. Y muy a cubierto que se encontraban para reconocer a Orhan Pamuk. Ahora bien, a Rushdie no. Aunque si quizá Rushdie no da demasiadas vueltas al ruso anticomunista, presenta méritos literarios a años luz del turco. ¿La razón de tal ignominia? Los traductores de Rushdie en japonés e italiano, uno asesinado y otro herido grave. ¡Cualquiera se arriesga como él!

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