La Opinión de A Coruña

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Marc Llorente

El circo de algunos

El efecto Feijóo, basado en lanzar fuegos artificiales, es muy posible que pierda fuelle, progresivamente, en esta carrera de fondo hasta las próximas elecciones generales. Por eso anhela unos comicios anticipados antes de que el efecto se diluya más. Porque la insolvencia, la mentira y la agitación son sus poderes como líder del PP, frente a un Gobierno de coalición que resuelve sus diferencias con diálogo y que tiene mayor musculatura de la que algunos quisieran.

Díaz Ayuso y su asesor Rodríguez ya exhibieron quiénes manejaban verdaderamente las riendas del partido en tiempos de la caída de Casado, el aspirante que perdió la posibilidad de sentarse en la Moncloa al airear, interesadamente, algún atisbo de corrupción relacionado con la presidenta madrileña, que cumple su guiñolesco papel mientras el subalterno Feijóo asume las indicaciones para que no le tire de las orejas. Él es el pastorcillo mentiroso y ella la pastora-jefa de la misma índole. No les importa si esas conductas perjudican la salud de la democracia y de la ciudadanía.

Respecto a la no renovación del Consejo del Poder Judicial, entre otras cuestiones, estos falsos amantes de la Constitución tienen secuestrada la justicia como arma política, pese al acuerdo que lograron el PSOE y el PP en octubre de 2021 para renovar el CGPJ. Unidas Podemos lo desconocía y vuelve a requerir a su socio de Gobierno que impulse la modificación de las mayorías que permitan, de una vez por todas, la renovación del órgano constitucional, que lleva bloqueado por el Partido Popular desde 2018. Núñez Feijóo, en uno de sus habituales números circenses, afirma que no es conocedor del acuerdo y se queda tan campante. Inclusive, su propio grupo lo reconoce y deja al supuesto líder popular con el trasero al aire.

Así son para todo. Ayuso se retrata muy bien y no hay un solo día en el que desaproveche la ocasión de mostrar un espíritu “pandillero” de baja estofa. Pero todo tiene fecha de caducidad. Más aún las ocurrencias infantiloides. Ahora quiere dar luz verde a nuevas formas de pago, con tarjeta o a través del móvil, en los locales dedicados a apuestas y juegos de azar. Cierto es que la disminución del uso del dinero en efectivo se ha instalado en la realidad social. Organiza una consulta pública con millones de veraneantes fuera de la capital, y no solo eso, sino que la propuesta pretende “fomentar el gasto y el descontrol”, según los expertos en adicciones conductuales. Hay más. Permite la apertura de una casa de apuestas a menos de 300 metros de un centro público de prevención de adicciones. Este es su compromiso con la lucha contra el juego.

Lo que se quiere es estimular la tentación de caer en esa lacra y facilitar su consumo. Alguien puede decir que la gente es mayor de edad y que el dinero lo puede gastar en lo que quiera, incluso irresponsablemente, como conocen los profesionales que trabajan con personas enredadas en la ludopatía. El proyecto contraviene los objetivos de prevención de la Estrategia Nacional sobre Adicciones del Plan Nacional sobre Drogas y choca con la normativa que establece la necesidad de regular las actividades de este sector en la Comunidad de Madrid. Ayuso se contraprograma y trabaja al servicio de los intereses de unos cuántos, naturalmente, en nombre de una mal entendida libertad.

Y ello en el marco de una inflación global y local que podría ser más amplia sin las ayudas del Ejecutivo. Pedro Sánchez, en modo electoralista, quiere dar un empuje a la comunicación, pero niega que vaya a haber cambios en el Consejo de Ministros. Tras las olas de calor veraniegas, aguarda un otoño político caliente. Por su parte, a Ciudadanos solo le falta lanzar la toalla a la lona, cumplida ya su función, paradójicamente, de salvar a la derecha, cosa que seguirá haciendo Vox, y debemos constatar la continuada ausencia de crispación con Cataluña (salvo ciertos roces), gracias a la mesa de diálogo. En busca de un entendimiento duradero que, sin pisar la ideología de cada uno, supere determinadas diferencias en beneficio de todos.

Las medidas sociales del Gobierno de coalición (y no es que no hagan falta más) llevan la marca de UP principalmente. Con la necesidad de sacar adelante los próximos presupuestos, Sánchez ha ido escenificando un giro hacia la izquierda y tiende a apropiárselas con perspectivas electorales, lo cual complica el guion de la plataforma Sumar, de Yolanda Díaz, ubicada a la izquierda del PSOE con la intención de que la democracia llegue también a la economía. De que haya justicia fiscal y de seguir mejorando la vida de las personas. Sin montar el circo que otros montan.

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