La Opinión de A Coruña

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Ánxel Vence

Crónicas galantes

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El efecto Feijóo y su causa

Crece hasta la ebullición el PP en las encuestas como consecuencia del llamado “efecto Feijóo”. Tanto es así que Pedro Sánchez ha decidido lanzarse a la carretera este mismo otoño para desenmascarar al líder de la oposición que pretende arrebatarle su puesto de trabajo en La Moncloa.

Todos los politólogos hablan, en efecto, del mentado efecto, pero casi nadie atina a definirlo, ni cuál pueda ser su causa.

Por lo general, los nuevos seguidores atraídos por Feijóo parecen valorar su temple sobrio y el hecho de que no vaya por ahí pegando gritos, como es o ha sido habitual en la política española durante los últimos años. También le ayuda su aspecto de señor serio. Esas serían las causas superficiales del efecto; pero quizá haya más.

Otra posible causa es el propio Gobierno, como suele suceder en estos lances. Ya se sabe que en las elecciones no se vota tanto a favor de un candidato como en contra del que ya está al mando. Si este fuera el caso, los que desean ver a Sánchez fuera del gobierno y hasta del planeta habrían encontrado en Feijóo una palanca creíble para echarlo con sus votos.

Está por ver que se produzca o no ese desenlace, aunque a favor del efecto Feijóo juegan también los ciclos de la política como causa adicional. Es sabido que un período más o menos largo de gobierno de la izquierda acaba desencadenando, por mero cansancio o por efecto rebote, el triunfo de la derecha. Y viceversa, naturalmente.

No es que cinco años sean muchos; pero tal vez resulte tiempo suficiente para que los gobiernos de Sánchez empiecen a notar la fatiga de los materiales. De ahí que los asesores del presidente le hayan aconsejado un mayor contacto con la calle para ensalzar personalmente los logros de su Consejo de ministros y, a la vez, descalificar al candidato Feijóo y reducir su ya famoso efecto.

La tarea artillera ha comenzado con un cañoneo de improperios sobre el jefe de la oposición, al que se tacha de vago, indocto, extremista, cínico, negacionista e insolvente. Luego vendrá el ataque por tierra, que va a liderar, según lo anunciado, el propio presidente Sánchez.

Esos denuestos contra Feijóo bien podrían ser un error táctico. Uno de los principios básicos de la propaganda consiste en no hablar para nada de la marca competidora. Lo apropiado al caso es ignorar al contrincante, manera famosamente eficaz de ningunearlo. Que hablen de uno, aunque sea bien, suelen decir los que entienden de estas cosas de la publicidad.

Combatir un efecto —como el de Feijóo, por ejemplo— exige más bien averiguar su causa; y no está claro en absoluto que el Gobierno al mando esté por esa labor. Más que un bombardeo de alfombra a lo bruto, en plan Putin, lo que la circunstancia pide es uno de precisión que excluya las invectivas. Cuanto más se injurie al candidato, mayor será el crecimiento de su efecto entre los votantes.

Tomás de Aquino, que tal vez tuviese algún gallego entre sus ascendientes, teorizó en su día que “la causa de la causa es la causa de lo causado”; o sea, del efecto. Infelizmente, esta aclaración embarulla aún más el asunto y acaso no muchos la entiendan. Pero eso de no entender al adversario es exactamente lo mismo que les ocurre con Feijóo a sus enemigos gubernamentales. Aún no han pillado el concepto.

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