Se lo dije, queridos y queridas. Aunque, para intuir que con la llegada de septiembre se iban a abrir todas las cajas de los truenos, tampoco hacía falta ser muy pitoniso. Pero ahí lo tienen: una carrera desenfrenada por parte de las formaciones que optan al poder, donde parece que todo vale para segarle la hierba bajo los pies al de enfrente, ante unas elecciones para las que ya queda menos. Una curiosa deformación de la praxis democrática que, pese a no traer más que problemas, parece que es el sello de identidad de la política en nuestro maltrecho país. Así las cosas, los que están en la pomada no son, en general, ni las personas más sosegadas, ni las que más buscan aportar soluciones desde un análisis veraz. Todo lo contrario: muchas veces se trata de conformar una verdadera intrahistoria orwelliana, muy alejada de la realidad, y tener la poca vergüenza de defenderla con uñas y dientes, sabiendo que es falsa. Supongo que, para eso, habrá que ser de una pasta especial, ¿o no?

Vale cualquier ámbito para tratar de confundir a la opinión pública. Incluso temas sensibles, que afectan a las personas y que pueden hacer daño. Pero llama poderosamente la atención que tal práctica se desarrolle, en una época donde los hechos verdaderamente acaecidos son fácilmente contrastables. Pero qué más da... Se busca el canutazo, la palabra fácil, el toque perfecto en el momento adecuado, y así contentar a la parroquia de cada uno y, de paso, sumar a unos cuantos indecisos... Y, como digo, sufre entonces la verdad. Porque, aunque todo sea opinable y se pueda ver desde diferentes puntos de vista, los hechos son los que son, y no otros diferentes.

El último desencuentro ha surgido a partir de las reacciones de la oposición al actual y siempre polémico acercamiento de presos de la extinta organización criminal ETA por parte de Instituciones Penitenciarias. Algo que a uno podrá parecerle bien o no, que siempre levanta ampollas y que depende mucho de cómo se mire. Pero este no es el tema que analizo yo en este texto. En lo que me fijo ahora es en la hipócrita reacción que esto suscita en tal oposición. Porque si hay un hecho claro, demostrable, evidente y que está en todas las hemerotecas es el previo acercamiento de presos, durante años, por todos los gobiernos anteriores. Y decir por parte de todos implica también a los gobiernos de Aznar y Rajoy. Ellos acercaron presos también, que cumplían condena por idénticos motivos a los que hoy provocan el escándalo de la actual dirección de su partido. Y esto sí que no es de recibo, como se han apresurado a indicar algunas de las familias de víctimas de la barbarie. No se puede abordar este especialmente delicado tema —ni, en realidad, ninguno— con coordenadas solamente electorales. Porque es entrar en el territorio de la farsa, y utilizar la falacia para plantear el acercamiento de presos de ETA como característico y diferencial de este Gobierno.

El problema de los presos de ETA y su acercamiento o no a las cárceles es, para mí, sobre todo una cuestión técnica. Con fuertes implicaciones políticas y sociales, claro está, pero donde son los especialistas, los jueces de vigilancia penitenciaria y las Juntas de Tratamiento de los centros, los que han de exponer los motivos a favor y en contra de ello, siempre a partir de una revisión individualizada del estado de cada condena. Si no fuese así, se estaría conculcando la Ley. Y, para evitarlo, han de ser tales técnicos los que actúen, con criterio profesional. Y nada más. Otra cosa es que la sociedad, en su conjunto, trate de arropar a quien ha sufrido mucho y sigue sufriendo por viles acciones cometidas en nombre de una supuesta libertad, y que comprenda lo duro que es, para un familiar, cruzarse por la calle con quien ha segado la vida de un ser querido. Pero eso no es lo que se dirime en esta cuestión. Y los políticos, en su conjunto, deberían inhibir su verborrea a favor de la visión técnica que reivindico en esta cuestión, como en tantas otras. Y no tratar de dividir o generar polémica con ello, para ganar un puñado de votos.

Repito, alguno de los partidos que hoy se escandaliza tiene en su haber el acercamiento de muchos presos en su día, que supongo se produjo también por un criterio técnico. Hoy nos dicen que “es duro desayunarse con eso”, olvidando u omitiendo deliberadamente que estaban en el Gobierno cuando se produjeron muchos de tales acercamientos. Falta, pues, coherencia y consistencia en tal análisis. Y es una pena.

Cuidado con escuchar los cantos de sirena de los ambiciosos gurús que mueven los hilos del marketing político. A alguno ya le reventó en la cara el globo inmenso que sus colaboradores hincharon, sin pudor, solamente para denostar y para lastimar al adversario, y no duden de que volverá a pasar. Pero este país necesita un Gobierno y una oposición —sean quienes sean— rigurosos, leales y más apegados a los hechos y menos al Twitter. Que asuman que hay cuestiones que se les escapan, y otras donde unos y otros no tienen responsabilidad o en las que, teniéndola, optan por la misma vía. Si las cosas no son así, y se opta por discursos incongruentes con la realidad y subidos de tono, seguiremos profundizando en la actual desafección de la sociedad ante la política, lo que es lo mismo que perder la oportunidad de vivir plenamente en democracia.