Empezamos a conocer una ciudad cuando la vivimos como un hábito, no del tedio sino de la pasión. Estas palabras del escritor Antonio Muñoz Molina nos sirven para entrar en la obra del poeta y traductor Jesús Aguado. Tras una amplia variedad de obras en su haber Aguado da quizás un punto y seguido en su Benarés, India. Cuenta sus vivencias, sus sustos, sus alegrías junto a sus encuentros y desencuentros con una ciudad legendaria en donde se mezclan la sensibilidad y la leyenda.

Ha vivido en Sevilla, Málaga, Benarés y Barcelona y parece, da la sensación de que su vida es como su poesía algo que le ayuda a huir para volver a encontrarse. En sus páginas encontramos la historia de una ciudad acompañada de una leyenda que parece estar aunque no la veamos realmente, la sentimos... Se encuentra vi a a muchos kilómetros...

Siempre Benarés, Kashi o Varanasi ha despertado el interés de diversos autores y se han encontrado como diría el profesor Óscar Pujol con su Divina Algazara tras dieciséis años en la misma. Pero Aguado va más allá y en sus doscientas páginas con sus apéndices correspondientes describe lo que ha visto, sentido y las conversaciones que ha tenido consigo mismo y con otros. Quizás estemos ante una ciudad imaginaria, ante un cúmulo de aspectos por descubrir... Jesús Aguado no solo es traductor o escritor sino también poeta y crítico literario y por sus manos han pasado muchos autores que le han enseñado a Amar entre las Diferencias.

Benarés ha sido para Aguado algo más que un lugar en donde ha residido y fruto de ello son sus muchos artículos o charlas sobre la misma. Observamos que Aguado escribe sobre ella y ésta no se ha ido de su mente. Son muchos los lugares que han formado y forman parte aunque sea en la distancia de nuestra vidas... Quizás no podemos vivir en ellas pero siempre como le pasa a este poeta, traductor y crítico literario siempre se llevan en el corazón. Entremos y perdone el señor Pujol por utilizar su título en la Divina Algazara que a tantos ha acogido. Una ciudad en donde se mezclan y viven juntos la riqueza de una ciudad con un poco de melancolía. Gracias, Benarés.