Pasan los días y el pleno restablecimiento de la vida cotidiana en modo otoño devuelve a los sucesos su normalidad, entreverada de alguna historia nueva; pongamos la eterna crisis del poder judicial, el desencaje de Italia, las infidelidades entre gente guay, los juegos preelectorales —primarias incluidas— los coletazos últimos de la pandemia antes de la nueva dosis, el coste de la luz, etcétera. Llegamos a olvidar que estamos en guerra y recordarlo es casi de mal gusto. Pero el fulgurante contraataque de Ucrania se ha parado (como si les diera miedo seguir), Rusia ve cómo se desfleca su disciplina cívica, los gasoductos se han dinamitado, en la Ucrania invadida se hacen referendos ful para “legitimar” conquistas, el pistolero amenaza otra vez desenfundar con balas nucleares, ahora para defender lo invadido y USA ha dado orden a sus ciudadanos en Rusia de abandonar el campo. ¡Uf!
