Explico tamaño calificativo en sitio tan pisoteado. Escribo sobre el parque Rosalía de Castro, de Lugo, hecho a instancias del alcalde López Pérez en 1927, en una zona de expansión de la urbe, lógicamente fuera de las murallas. Allí, con vistas al Miño desde un lateral, entre esbeltos árboles, frondas, estanques y otros atractivos, hay una maqueta de la península ibérica que, para mí, es la joya del parque. Y viene ahora la explicación de tal elogio: hablo con conocimiento de causa porque he promovido la realización de maquetas geográficas, una de Cataluña, que no terminamos; otra de toda Galicia a escala 1:50.000 que ocupaba casi 25 metros cuadrados, realizada tras seis años con los alumnos de la EATP (Enseñanza de actividades técnico profesionales) Cartografía del colegio Peñarredonda, de La Coruña. Y es que lograr reproducir espacios terrestres para ser contemplados nos da algo de lo que carecemos los humanos, unas alas para sobrevolar lo que sólo conocemos a nuestro nivel, a pie. Por eso lo considero una joya, algo digno de ser visto —y también restaurado pues el agua no corre por los ríos, ni hay luces, como me cuentan que hubo en sus mejores tiempos—, para gozar de la variada geografía de nuestras tierras, adivinado lugares que aún nos esperan y sitios ya conocidos a los que querríamos volver. Todo un sueño, y un logro.