La Opinión de A Coruña

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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Medicina sin médicos

La Cuba de Fidel Castro se esforzó durante décadas en la salud pública y creó médicos internacionalistas que eran cascos azules de bata blanca, diplomacia sanitaria, solidaridad de vuelta entre países comunistas. Todavía con el COVID-19 envió personal sanitario a Angola. La revolución cubana y el mercado laboral español coinciden en exportar médicos. Gastamos mucho en formar sanitarios que van fuera y poco en traer camareros que quedan dentro, lo que pasa a tinta el futuro de calor, risa y alcohol barato que abocetó Manuel Fraga, ministro de Información, Turismo y Franco hace 60 años. Quizá los exportados regresen como pensionistas europeos y compren una segunda vivienda para cerrar el círculo español.

–Marchando la paellita de la doctora.

En España, la falta de plazas públicas y de buenos salarios privados enriquecen a las compañías de vuelos internacionales en dirección norte.

En Madrid y Andalucía hay manifestaciones en favor de un sistema público de salud que sus gestores imaginan paulatinamente privatizable, pero en la mayoría de las autonomías no se contratan médicos y hacen falta. Se acepta desde hace años que las listas de espera que no pueden operar los hospitales públicos se alivien por concierto en sanatorios privados, donde la medicina tiene que dar beneficios a los propietarios. La cadena de los beneficios se eslabona en el ahorro de personal y el aumento de gastos facturables. La experiencia con las empresas de medicina privada no es muy diferente de la que se tiene con las de fontanería, que prefieren instalar un grifo entero a cambiar la goma al que gotea o con las teleoperadoras que ofrecen continuamente otros servicios.

La sanidad se ayuda de la tecnología, pero se hace con médicos y enfermeras. Por más que a los administradores —como a todo el sistema— les dé grima el personal, les encante la inversión y detesten el gasto, el aparataje tiene capacidades limitadas y la medicina siempre será intensiva en mano de obra. Si el fin de la sanidad es la salud, el fin justifica a los médicos.

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