La Opinión de A Coruña

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Carlos Miranda

LA PELOTA NO SE MANCHA

Carlos Miranda

Responsable de área de Deportes

El Dépor aprieta los dientes y no se baja

Antoñito ante el Fuenlabrada LOF

O arrasar y aguantar o sufrir y resurgir. Los caminos del ascenso admiten matices, pero poco más allá de estas dos maneras casi universales de plantarse en Segunda División. Hace un año el Dépor demarró casi desde el inicio y acabaron aflorando cierto mal de altura y unas debilidades que tapaban los resultados. Hay que tener mucho cuajo mental y futbolístico para mantener la ventaja, para seguir imperturbable apretando, despejando las dudas, las presiones, las miradas. El equipo de Borja Jiménez, a veces rotundo, a veces irreconocible, no fue capaz. Tuvo la bola extra del play off. El desenlace fue cruel, aunque más de un deportivista sabía en su fuero interno que todo se había roto ya antes. Hoy el Dépor parece camino de invertir el orden de los factores con el anhelo de que el desenlace sea otro. No es gestionar la abundancia, es transitar en el alambre, por momentos hacer la goma, mientras se curte y gana fútbol. Centímetro a centímetro. Es gradual, también de insistir, aunque se vea todo casi perdido, como cuando saltó al césped del Fernando Torres a diez puntos del liderato. De finales cada siete días. Una historia de comeback en ciernes, de esas que tanto gustan a los estadounidenses y que el Deportivo está intentando tejer. Lo daban por muerto, pero de momento no se baja, no dimite. Le mantiene la mirada al ascenso.

Hace un año demarró al inicio y afloraron el vértigo y las debilidades, esta vez le tocó vivir en el alambre y resurgir

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El Deportivo va poco a poco adecuando su cabeza a una batalla con, al menos, Córdoba, Alcorcón, Castilla y Racing, que ofrecerá pocas treguas. El fallo está vedado y hay que lucir blindaje emocional para vivir sin red. Es imprescindible, también, el fútbol, el facilitador, el que empuja a las victorias. Le ha costado, es una metamorfosis lenta y tiene matices, pero el equipo de hoy juega claramente mejor que hace unas semanas. Ha limpiado su mente, ha ordenado ideas y se ha agarrado a conceptos y jugadores que favorecen sus cualidades. De la noche a la mañana no va a enterrar sus debilidades ni va a ser siempre definitivo en las áreas. Al menos, empieza a conformar un pack atractivo y competitivo para pelear con los equipos intratables de la zona alta de la tabla.

No se entiende la mejoría de este Dépor sin el trío Díez-Olabe-Isi y dos estiletes como Soriano y Quiles

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“Hace unos meses comentaba con un amigo la gran genialidad de los entrenadores, que es juntar a los buenos”. Óscar Cano no ocultaba el pasado domingo, en un partido muy favorable y condicionado por la roja a Diamé, que gran parte de ese mérito que se empieza a granjear es haber rebuscado en la materia prima que ya tenía el equipo. Un cambio paso a paso y un proyecto que se entiende sobre el césped a partir del trío Rubén Díez-Olabe-Isi Gómez y de dos estiletes como Alberto Quiles y Mario Soriano. Líneas adelantadas, jugar desde atrás, tener la pelota, tejer fútbol en ese triple eje llegado en verano y las llegadas y el desempeño en los últimos metros de una sociedad que repite este año y que cada día se entiende mejor.

El onubense es el jugador franquicia, parte esencial de la mejoría. En su caso, alejarle del área le ha devuelto el gol

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En la gestación del fútbol es como si el Dépor hubiese necesitado soltar amarras con su pasado reciente. Álex Bergantiños pasó a un segundo plano, a Diego Villares le apartó una lesión. El camino estaba despejado y, con la primera parte ante la Cultural como cima, el trío de fichajes le ha dado volumen y empaque al fútbol coruñés. Todo para que la brega de Svensson termine de facilitar todo al dúo de ataque, del que sobresale, de manera innegable, el jugador franquicia de este proyecto: Alberto Quiles.

De pie caliente

El resurgir del onubense es el que le ha dado el impulso definitivo al Dépor o el que, por lo menos, le ha servido de apoyo mientras oxigenaba su cabeza y recuperaba su juego, su ADN. De hecho, sus seis goles esta temporada han llegado ya con Óscar Cano en el banquillo, ninguno con Borja Jiménez. Se estrenó abriendo el camino del triunfo ante el Linares en el debut del técnico nazarí, hizo la diferencia en el siguiente duelo en Riazor frente al Sanse, quitó el tapón el día de la Cultural Leonesa y masacró al Fuenlabrada con un hat-trick. Cualquier equipo juega mejor o, al menos, se anima a hacerlo si tiene tal finalizador en sus filas. Sus registros goleadores le colocan a la altura de los mejores de la categoría y le permiten llamar de nuevo a la puerta de otra categoría, donde quizás debería estar. Nada nuevo. Todo partiendo desde la banda, no solo y desasistido en la punta de ataque, donde se le notaba tirante y donde nunca debió ser confinado.

Y no son solo los tantos que consigue. Le da fútbol y alternativas al equipo en el circuito del juego. Mezcla con Rubén Díez, con Soriano, atrae defensas cuando antes los fijaba y le deja el carril despejado a Antoñito. A veces alejar a delantero de la portería es acercarle al gol.

Piezas contadas

El ascenso progresivo y en segundo plano del Dépor ha reafirmado a una serie de futbolistas y empieza a dejar pocas plazas vacantes en el once. El quinteto generador de juego es indiscutible, también Ian Mackay y Raúl Carnero sin competencia real y Svensson ante los escasos méritos mostrados por Gorka Santamaría y Kuki Zalazar cuando juegan. El lateral derecho y el eje de la zaga son los que abren el abanico con Trilli y Pablo Martínez como aspirantes. Van a tener que sudar, sobre todo, el canterano, porque el técnico toca siempre lo justo y más cuando empieza a funcionar de esta manera.

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