Opinión | El correo americano

Antisemitismo

Hace unos años, con motivo del 40 aniversario de la Constitución, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compartió un vídeo del encuentro entre dos ancianos, Germán y José, quienes combatieron en bandos enfrentados durante la Guerra Civil española, para evidenciar los logros alcanzados durante el periodo democrático. Miembros ilustres de la llamada entonces izquierda emergente se lo reprocharon, afirmando que la escena, “inimaginable en Alemania”, era de “vergüenza”, como si el líder del Partido Socialista se estuviera congratulando por la reconciliación entre un nazi y un judío. Esta comparación, utilizada también en otras ocasiones por una izquierda al parecer asediada e incomprendida, no solo es políticamente perversa, sino también históricamente inexacta.

En primer lugar, no se produjo una lucha entre nazis y judíos en un contexto de guerra civil alemana; los primeros pretendieron exterminar a una parte de la población indefensa. Sería conveniente también conocer las circunstancias personales de esos dos hombres cuando estalló el conflicto bélico, así como las auténticas razones por las cuales decidieron acudir al frente (ideología, hambre, miedo, etc.). Sabemos que en el bando republicano y en el bando nacional existían distintos movimientos políticos o proyectos nacionales, si bien es cierto que Franco, en la zona de los sublevados, se ocupó de desactivar las facciones conservadoras a través del Decreto de Unificación al comienzo de la contienda, enterrando las posibles divergencias, apropiándose de toda la derecha (incluyendo a la Iglesia católica, que bendijo su “cruzada”) y dirigiendo a los suyos hacia el caudillismo.

Esto no supone despreciar la gravedad de los crímenes de la dictadura, que promovió y exhibió una ideología y una estética inequívocamente fascistas durante los años cuarenta (aunque luego se iría despojando de todos aquellos rituales debido a razones de conveniencia geopolítica), ni equiparar moralmente los regímenes por los que esas personas acabarían arriesgando sus vidas. Pero atribuirle al anciano republicano un papel histórico similar al de un superviviente de Auschwitz solo por el hecho de haber combatido en el lado republicano revela un sectarismo ciego y peligroso, pues se pretende ennoblecer una causa a costa de la Shoá, con el agravante de que quienes proponen esas analogías son, además, expertos en ciencia política.

Aún se sigue recurriendo a este episodio cuando se aborda el asunto de la polarización y el conflicto que existe en otros países entre los movimientos populistas de derechas y sus adversarios progresistas. “Es como comparar a los nazis con los judíos”, dicen. Ahora que se les está dando voz a celebridades trastornadas (pero desgraciadamente influyentes) que promueven el antisemitismo en nombre de la libertad de expresión (cuántas barbaridades, ay, siguen haciendo en su nombre), convendría alejar al Holocausto de la propaganda. Esta sociedad no puede permitirse la pérdida de su significado.

Suscríbete para seguir leyendo