Opinión | El trasluz

La importancia del mantenimiento

Digamos que la homeostasis es, más o menos, la capacidad de un organismo de permanecer estable frente a los cambios que vienen de fuera o de dentro de sí mismo. Acabo de recibir, pongamos por caso, una mala noticia, pero mis componentes homeostáticos se han puesto en marcha para que no me destruya, de modo que sea capaz de sentarme frente al ordenador y escribir estas líneas. Mientras escribo, no dejo de pensar en el momento en el que recibí la llamada a través de la cual estuvieron a punto de hundirme moralmente. Pero soy insumergible, puede que haya tragado un poco de agua, pero enseguida he vuelto a la superficie para tomar aire. Somos insumergibles usted y yo, porque cuando el azúcar en sangre sube, un mecanismo se ocupa de hacerla bajar. Somos insumergibles porque cuando un virus nos ataca, las defensas naturales se ponen en marcha para anularlo, etc.

Nuestro cuerpo y nuestra alma tienen cada día multitud de oportunidades para venirse abajo, pero ahí está la homeostasis para impedírselo. Las corporaciones en las que trabajamos están dotadas asimismo de mecanismos regulatorios, de modo que, cuando se va la luz en un hospital, se ponen automáticamente en marcha los generadores de electricidad de gasoil. La homeostasis le debe mucho al mantenimiento, aunque el mantenimiento está poco valorado. Si Ciudadanos hubiera tenido el equipo de mantenimiento adecuado, otro gallo le cantara. Eso es lo que no comprendieron Rivera ni Arrimadas: que la homeostasis política depende de los jugos que se liberen en la digestión de las ideas.

Nuestro Congreso de los Diputados tiene un buen equipo de mantenimiento técnico: se estropea un micrófono y en dos minutos hay un especialista arreglándolo. Y si se rompe un escaño, aparece un carpintero dispuesto a devolverle el equilibrio con un par de clavos y un martillo. Faltan equipos de mantenimiento moral o de mantenimiento del sentido común, de ahí que veamos a nuestros representantes al borde del abismo un día sí y otro también. Cuando el equilibrio se rompe del todo, aparece la septicemia, que es una infección generalizada contra la que ya nada pueden hacer los recursos homeostáticos.

Suscríbete para seguir leyendo