Opinión | 360 grados

Prohibido hablar de paz o negociaciones

Escuché el otro día en una emisora cómo un ex alto militar español parecía criticar que EEUU y Alemania hubieran decidido enviar armas pesadas a Ucrania el día en que Rusia anunciaba una tregua con motivo de la pascua ortodoxa.

Se trataba del general de brigada José Enrique de Ayala, que fue segundo jefe de la División Multinacional del Centro Sur de Irak entre enero y mayo de 2004 y que hoy trabaja como asesor de Política Exterior en la fundación Alternativas.

El general Ayala se refirió también a las condiciones que pone el Kremlin para negociar con Kiev y dijo algo tan sensato como que cada uno parte siempre de posiciones maximalistas, pero eso no impide sentarse a una mesa y ver hasta dónde uno y otro están dispuestos a ceder.

Después de que hubiera acabado la entrevista y cuando el militar ya no podía replicar, uno de los contertulios dijo que no podía dejar pasar las afirmaciones de Ayala pues equivalían a culpar a Occidente de la continuación de la guerra y no al verdadero responsable, que no es otro que Vladimir Putin.

Los otros dos analistas que intervenían en el programa tampoco perdieron la ocasión de unirse al consenso generalizado en Occidente y asumido por nuestro propio Gobierno de que en ningún paso podemos fiarnos del líder ruso, pues siempre nos ha mentido, y de pronunciarse a favor de continuar la guerra hasta la total expulsión de Rusia de territorio ucraniano.

Siempre me ha llamado la atención de que son precisamente los militares, los que, como el general Ayala, que sirvió a la OTAN en Irak, conocen de primera mano lo que es una guerra quienes menos beligerantes se muestran a la hora de opinar sobre un conflicto militar.

Mucho menos en cualquier caso que tantos políticos y analistas que no han visto nunca de cerca una trinchera y se han limitado a seguir todas las guerras —ya fueran la actual en Siria o las de Occidente en Irak, Libia o Afganistán— en la pequeña pantalla.

Tal es el caso también del coronel retirado del Ejército estadounidense Douglas MacGregor, que tuvo un papel importante tanto en la guerra del Golfo (1990-91) como en el bombardeo por la OTAN de Yugoslavia en 1999.

Reconvertido, tras dejar las Fuerzas Armadas, en comentarista político, McGregor ha sido objeto también de fuertes críticas en EEUU, entre otras cosas, por no apuntarse a la teoría allí también dominante de que hay que continuar la guerra de Ucrania hasta la total victoria sobre Putin. McGregor, que no duda en criticar en público al alto mando militar actual de su país, al que tacha de burocrático y desconocedor de la realidad en el campo de batalla, no cree que Ucrania pueda derrotar a Rusia por muchas armas que sigamos enviándole, y es partidario por tanto de negociaciones cuanto antes entre Rusia y EEUU.

No parece, sin embargo, que le escuchen en Washington, como en Europa no se escucha tampoco a las pocas voces que llevan tiempo advirtiendo de que, o ponemos fin a esa locura colectiva o iremos directos a una nueva guerra mundial, armamento nuclear de unos y otros, incluido.

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