Opinión | Parece una tontería

El inolvidable Banks

Cuando ya casi nos habíamos olvidado de Russell Banks, el escritor norteamericano nos concedió una nueva novela, que hace unos meses publicó en español la editorial Sexto Piso, bajo el título de Los abandonos. Y cuando algunos apenas habíamos acabado de leerla, Russell Banks se muere. Tenía 82 años y una carrera plagada de títulos inolvidables, como Aflicción, Deriva continental o Como en otro mundo. No publicó su primer libro hasta 1975, pero a menudo contaba que, cuando su determinación a escribir era ya firme, en 1967 vivió un episodio que le permitió conocer a uno de sus ídolos literarios, y desear aún con más fuerza ser escritor.

Vivía en Chapell Hill la madrugada que sonó el teléfono y era su amigo Marshall Hay, que estaba regresando a la ciudad en autostop, cuando un coche se detuvo a su altura. “¿A dónde vas, muchacho?”, le preguntó el pasajero del asiento de atrás. “A Chapell Hill”, respondió Hay. “Siempre quise ir a Chapell Hill”, improvisó el desconocido, e invitó a Hay a subir. Entonces, este pudo ver mejor al pasajero. Era Jack Kerouac, acompañado por dos amigos. Cuando Hay telefoneó a Banks, lo hizo desde un bar al que acudían habitualmente. “Oye, Russ, Jack Kerouac está en la ciudad y quiere ir de fiesta. ¿Podemos ir a tu casa?”, le preguntó. “Sí, claro, claro”, dijo Banks, para seguirle la broma. “No, hablo en serio. Estoy con Kerouac”, insistió Marshall, hasta que lo convenció. Iban a ser cuatro personas, pero cuando Banks abrió la puerta, había unas cuarenta esperando a entrar. Kerouac las había reclutado entre los desconocidos con los que se cruzó camino de casa de Russell. La fiesta tardó cuatro días en diluirse.

Kerouac falleció al año siguiente. Banks volvería a cruzarse con él en 2001, cuando Ford Coppola le ofreció escribir el guion de En la carretera. El cineasta había comprado los derechos de la novela a perpetuidad, y cada vez que intentaba poner en marcha el proyecto, fracasaba. De hecho, no se rodó hasta 2010, dirigida por Walter Salles, y sobre un guion que ya no era el de Banks, célebre por lo que escribió y por lo que no escribió, como los grandes.

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