Opinión | Al azar

La normalidad antidemocrática

Cuando es noticia que un Gobierno aunque sea el brasileño “toma el control de su país”, puede certificarse que la normalidad antidemocrática se ha adueñado de la realidad política. Cuando se resalta que la ocupación de las instituciones de Brasilia conmemora con imágenes intercambiables el segundo aniversario de la toma del Congreso estadounidense, inspirada desde la Florida de Trump por el capitán Bolsonaro que siempre se consideró su versión amazónica, puede concluirse que la parte menguante del planeta que no invade las sedes del poder habita una anormalidad democrática.

Aunque la ocupación de Brasilia fue una visita guiada por la policía local y amparada por el ejército, la agotada capacidad de sobresalto no impide admirarse de la debilidad creciente de Estados más protegidos que nunca, con ojos y oídos que vigilan a cada uno de sus ciudadanos. El desplazamiento del poder impide que la víctima sea un Lula empequeñecido por las violaciones a su residencia, en la lejana estela del bienintencionado Gorbachov. En el quinto país del mundo por tamaño y séptimo por población, padece la democracia en su conjunto al orinar literalmente sobre los edificios gélidos de Oscar Niemeyer.

Lula se desgañita como la anacrónica Gloria Swanson en Sunset Boulevard, encadenando acusaciones de vandalismo, terrorismo, fascismo, fanatismo y golpismo. Las imágenes, que valdrían para la celebración de un Mundial, apelan en cambio al desahogo de un gamberrismo militante. La deriva brasileña, una democracia de valoración espesa antes incluso de hundirse en el descrédito, demuestra el peligro de tildar de ilegítimos a Gobiernos surgidos del escrupuloso recuento electoral. Este vicio del lenguaje ha arraigado en España, donde los golpes institucionales o constitucionales se condenan a medias. Cuca Gamarra fue más tibia que Bolsonaro, pero solo fue obligada a desmentirse al recordar que los excesos de la turba espantan sobre todo a la burguesía conservadora con algo que perder.

Suscríbete para seguir leyendo