Opinión

La locomotora frena, pero no se para

La economía se ha comportado mejor de lo esperado en 2022 teniendo en cuenta que se han alcanzado cifras históricas de inflación y que los tipos de interés han subido a una velocidad e intensidad no vista desde la creación de la zona euro. A falta de la estimación de PIB del cuarto trimestre, que probablemente aporte alguna décima más, la economía española habrá registrado en 2022 un sólido crecimiento del PIB, que podría aproximarse al 5% después de las últimas revisiones del INE , siendo uno de los países del núcleo de la zona euro que ha tenido un mejor comportamiento en el último año.

El consumo, que era la gran incógnita y que representa el 57% del PIB, estaría resistiendo gracias al ahorro embalsado (más elevado de lo inicialmente estimado) y a la buena marcha del empleo. Aunque los salarios reales están disminuyendo por el aumento del coste de la vida, la masa salarial aumenta porque lo hace el número de personas ocupadas. El año 2022 se ha cerrado con 20,3 millones de afiliaciones a la seguridad social, la cifra más alta registrada en un mes de diciembre, y un 2,4% más elevada que la de diciembre de 2021. Aunque comienza a mostrar señales de agotamiento, el mercado laboral ha supuesto un apoyo para el consumo privado en 2022. También hay que tener en cuenta el impulso fiscal que han propiciado las medidas del Gobierno contra la crisis energética y la estabilidad de la producción industrial, que se ha beneficiado de los pedidos pendientes por los cuellos de botella.

Del invierno a la primavera

Pero la locomotora empezó a reducir velocidad ya en la segunda mitad del 2022 y podría frenar en el primer trimestre de 2023. El invierno que vendrá después de fiestas será más duro que el que hemos vivido hasta ahora. Con temperaturas más bajas, reservas de ahorro privado prácticamente agotadas, poco movimiento de turistas, escasa o nula creación de empleo, préstamos hipotecarios más caros, actividad inmobiliaria frenando y pérdida de capacidad adquisitiva acumulada durante muchos meses por la elevada inflación de los productos básicos, la locomotora de la economía se va quedando sin gasolina. En Europa se prevé una contracción de la economía pero podría ser menos intensa de lo pronosticado hace unos meses, aunque la recuperación será lenta por el efecto contractivo de la política monetaria. Los indicadores adelantados de actividad empresarial (PMI) se han recuperado mínimamente, las necesidades energéticas del invierno están cubiertas y la inflación ha empezado a descender con fuerza en los principales países europeos (Alemania y Francia). En consecuencia, el Banco Central Europeo podría suavizar el ritmo de subidas del tipo de interés en los próximos meses.

De cara a la primavera 2023 la locomotora posiblemente reanude la marcha. La inflación ya debería estar en niveles moderados recogiendo el impacto de la bajada de los precios de las materias primas y energía, el efecto escalón por la comparativa con un 2022 de precios al alza y la ralentización del economía. También debería notarse el efecto positivo de la ejecución de los fondos Next Generation que, según Funcas, podrían aportar 0,6 puntos de PIB en 2023.

En resumen, la economía nos deja un sabor dulce en 2022 que será algo más agridulce en 2023, pero en cualquier caso nada comparable con el sabor amargo que se vaticinaba hace unos meses. La resiliencia de la economía española es grande como demuestran los resultados del empleo y de las exportaciones, ambas variables económicas en máximos históricos. ¿Cuáles son las perspectivas económicas para el 2023? Pregunto a ChatGPT (chat basado en Inteligencia Artificial puesto en marcha el pasado diciembre) y me dice que es un lenguaje entrenado con el pasado y que no puede hacer predicciones sobre el futuro. Debe pensar que para equivocarnos ya estamos los economistas. La Comisión Europea contempla un incremento del PIB en España del 1% en 2023 y del 0,3% para el conjunto de la UE. Pero las tensiones geopolíticas (como la guerra de Ucrania o la evolución de la pandemia en China) están inyectando un alto grado de incertidumbre en los escenarios de previsión, con mayor riesgo a la baja que al alza. Confiemos en que esta vez las previsiones hechas con modelos económicos acierten.

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