Opinión

Científico, académico, experto en salud ambiental y salud pública

La paz se conquista desde la verdad, la justicia, la libertad y la solidaridad

Resulta muy difícil de entender que en el siglo XXI sigan proliferando los conflictos bélicos en diversas partes del mundo (Ucrania, Siria, Libia, Yemen, etc.) y tras esta deriva me pregunto: ¿el mundo actual a dónde quiere llegar? Lo primero que hay que tener en cuenta, es el deber de memoria: desde el origen de los tiempos siempre ha habido guerras, en las últimas décadas han sucedido demasiados accidentes en la democracia a nivel mundial, habrá que reflexionar profundamente sobre lo que se ha hecho mal, actuar con responsabilidad y rectificar a tiempo para enderezar el rumbo de los pueblos del mundo hacia la paz y la concordia.

Lamentablemente, el conflicto bélico de Ucrania va para largo y no se arregla con armas —lo recrudece más si cabe— y lo único que trae es destrucción y que mueran seres inocentes (se estima que ha dejado hasta la fecha más de 250.000 víctimas). Frente a la fuerza de las armas, tiene que prevalecer la palabra, el diálogo y la capacidad de negociación, que tiene que depender de la libertad y de la democracia, que es la única manera de arreglar el conflicto que haga posible el alto el fuego. Las negociaciones no se hacen con bombas o enviando más armas, sino buscando soluciones que sean justas para ambas partes. Urge el alto el fuego, es posible parar a Putin (sin disminuir un ápice su responsabilidad en el conflicto), con una reacción conjunta a escala mundial, que no puede ser otra que alzar la voz desde todos los pueblos del mundo, las soluciones pasan por la democracia, ahora tenemos la posibilidad de movilizarnos.

Hay cosas que tienen que cambiar, necesitamos unas Naciones Unidas sin vetos, establecer un sistema multilateral para que tengamos una democracia auténtica y real a todos los niveles. La paz es necesaria, la paz tiene que ser posible, es el gran anhelo de la humanidad, es responsabilidad de todos. La paz es algo más que la ausencia de conflictos bélicos en el mundo. La paz verdadera y auténtica implica más cosas: que exista un entorno libre de violencia, que haya tolerancia y respeto a los demás, acabar con la pobreza, el racismo, la discriminación y la exclusión social, etc. La paz tiene que ir de la mano de la verdad, de la justicia social, de la solidaridad y de la igual dignidad de todos los seres humanos que habitan el planeta. Será entonces cuando estemos en condiciones de alcanzar esa paz tan ansiada por todos.

A lo largo de la historia reciente ha habido personas extraordinarias, algunas han sacrificado su propia vida, que se han significado por la lucha por la paz y la defensa de los derechos humanos, de la libertad y de la democracia, que han tenido una gran influencia en su país y en el mundo por su contribución a la paz. Desde el papa Juan XXIII, Nelson Mandela, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Rigoberta Menchú Tum, Adolfo Pérez Esquivel, Mijaíl Gorbachov, Malala Yousafzai, Federico Mayor Zaragoza, etc. Precisamente la idea de mi admirado y querido amigo Federico Mayor Zaragoza, ha sido siempre la de “construir los baluartes de la paz en la mente de los hombres”, primero desde la Unesco y ahora desde la Fundación Cultura de Paz. Este es el camino a seguir.