Brevísima amistad de temporada

Es grato recibir a visitantes de temporada, seres que nos honran con la fidelidad de su costumbre. El bisbita de Richard, con sus larguísimas patas, ofrece una distinción especial y solo aparece junto a casa unos pocos días en lo más crudo del invierno. No resulta fácil corresponder al ave para agradecer su visita anual. Aunque siempre sea posible echar unas miguitas, lo probable es que se anticipen los petirrojos (ya ha regresado la pareja del residente, ausente desde fines del verano), los mirlos, las urracas o los gorriones, que han tomado posiciones en el alero para la cría y dominan la escena. Difícil saber si son para el bisbita días de obligado refugio, al interior de la costa, o si hay en la prolongación de la estancia una afición de la que sospechar el tenue rastro de un afecto. Una costumbre nunca es solo lo que parece, nada se pega a los días sin alguna clase de adhesión.

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