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El fantasma de Gil-Robles

El fallo de la República fueron los vetos mutuos entre la derecha y los republicanos. El peligro es la vuelta del exclusivismo

Esta semana ha fallecido José María Gil-Robles y Gil-Delgado, nacido en 1935. Democristiano contra Franco, luego se adhirió al PP. Fue eurodiputado y presidente del Parlamento Europeo e hizo más política en Bruselas que en Madrid. Y ni Aznar ni Rajoy contaron con él para nada más. La noticia me recordó la figura política de su padre José María Gil-Robles Quiñones (1898-1980) que fue el político de derechas más relevante de la Segunda República y cuyo fracaso estuvo ligado al del régimen republicano.

¿Tiene sentido hoy una crónica política sobre Gil-Robles padre? Creo que sí porque —como veremos— algunos vicios de la Segunda República están resucitando en la España actual. Gil-Robles fue diputado en las Constituyentes de 1931 y fundó el partido Acción Popular (ligado a la ANPC, Asociación Nacional de Propagandistas Católicos). Desde allí creó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), una especie de democracia cristiana muy conservadora que, tras las elecciones de 1933 y la derrota de la izquierda, tuvo el primer grupo parlamentario (115 diputados sobre 431 y el 24,3% de los votos). Pero Gil-Robles no pudo gobernar. Se inició entonces el llamado “bienio negro” y tras la victoria del Frente Popular en 1936 apoyó el golpe militar. Pero, contrariamente a otros “propagandistas”, no colaboró con la dictadura y en 1962 fue uno de los animadores, junto a Rodolfo Llopis del PSOE, del llamado Congreso de Múnich que exigió que España no entrara en la Comunidad Europea mientras no hubiera elecciones libres.

Franco y su ministro Fraga se revolvieron contra el “contubernio” y cuando Gil-Robles regresó a Madrid no se le dejó salir del aeropuerto y tuvo que elegir entre el destierro a Fuerteventura o el exilio. Luego fue, con Ruiz-Gimenez, el principal impulsor de la lista democristiana en las elecciones del 77. No obtuvieron ningún escaño porque la UCD de Suárez recogió el voto de centro.

¿Por qué fracasó el Gil-Robles de la República? Primero porque no aceptó el régimen republicano —se declaraba “accidentalista”— y los republicanos, que hicieron una Constitución para republicanos, negaron el pan y la sal a un partido “desafecto”. Hasta el punto de que Niceto Alcalá-Zamora, el presidente de la República, no le quiso encargar formar Gobierno pese a ser el primer partido de la Cámara. Y cuando el partido radical de Lerroux (republicano de centro) integró a tres ministros de la CEDA, gran parte de la izquierda se sublevó contra el Gobierno legal. Gil-Robles no aceptó la República y los republicanos le boicotearon por no ser constitucionalista. Fue ministro de Defensa en 1935 pero su objetivo era cambiar la Constitución. Simplificando mucho: gran parte de la derecha no admitió la República y los republicanos vetaron a la derecha. Y por las exclusiones mutuas la República se estrelló.

La Constitución del 78 fue todo lo contrario. No hubo exclusiones al ser consensuada entre la derecha, el PSOE, el PCE, CiU... Todos tenían derecho a gobernar si ganaban en las urnas. Y España ha dado un gran salto adelante con gobiernos de UCD, del PSOE y del PP. Pero desde hace años el discurso exclusivista crece. Ahora el PP afirma que Sánchez no es constitucionalista porque el PSOE gobierna con partidos desafectos a la Constitución (Podemos) y pacta con ERC, el PNV y Bildu. La derecha aplica a partidos muy relevantes en Cataluña y en Euskadi el mismo trato que las izquierdas republicanas dieron a Gil-Robles pese a haber ganado las elecciones del 33.

Y gran parte de la izquierda (en especial Podemos, pero no solo ellos) cree no solo inmoral sino inadmisible cualquier pacto con la derecha (por ejemplo, para revisar la ley del ‘solo el sí es sí’). La derecha excluye. La izquierda, también. No todos tienen derecho a gobernar. Y cuando se pierde en las urnas no es la democracia, sino la catástrofe.

Vuelven los vicios de la Segunda República, pero por suerte la realidad es diferente. España es hoy un país de clases medias inserto en Europa y no hay ni juventudes uniformadas ni partidos o sindicatos armados como en el 36. Y ETA fue derrotada. Pero por desgracia Isabel Díaz Ayuso proclama “comunismo o libertad” y dice que Bildu es ETA. E Irene Montero habla como si la derecha fuera fascista. ¡Cuidado!

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