Opinión

Un supremacista blanco podría ser el próximo presidente de EEUU

Un supremacista blanco, como le califican sus críticos, podría ser, si los demócratas no lo remedian, el próximo presidente del país más poderoso del planeta.

El que muchos acusan allí de supremacismo se llama Ron DeSantis, es actualmente gobernador de Florida y tiene grandes posibilidades de derrotar a otro supremacista que ocupó ya la Casa Blanca en la próxima carrera republicana por ese puesto.

Un reciente sondeo de Yahoo News/You Gov, muestra por primera vez una caída de la popularidad de Donald Trump dentro de su propio partido de cara a las presidenciales de 2004.

Caída que se reflejó ya en el mar resultado obtenido por algunos de sus candidatos en las elecciones de medio mandato tanto al Congreso y al Senado como a gobernadores.

A esa pérdida de favor entre los votantes republicanos más moderados contribuyó también el que Trump, incapaz de reconocer su derrota hace dos años frente al demócrata Joe Biden, llegara a insinuar últimamente que tal vez hubiese que suspender algunos artículos de la Constitución de EEUU.

Trump acusó a la plataforma Twitter de haber censurado en su día ciertas informaciones relativas a supuestos negocios no del todo limpios de Hunter Biden, hijo del actual presidente, tanto en Ucrania como con China.

Por otro lado, el ex presidente no tuvo el mínimo reparo en recibir en su lujosa mansión de Mar-a-Lago a un conocido antisemita y admirador del Hitler, el rapero Kanye West, y a un comentarista político de extrema derecha y negacionista del Holocausto llamado Nick Fuentes.

Quien ya se presenta al menos como su más probable rival en la próxima carrera por la nominación republicana, si es que la justicia no impide antes a Trump dar ese paso, es sin duda más inteligente, pero no por ello más liberal.

Así se acusa al gobernador del estado de Florida de prohibir en su Estado que las bibliotecas públicas y los colegios tengan libros que denuncien el pasado claramente racista del país y de censurar lo que los profesores puedan enseñar al respecto.

Tergiversando además los hechos históricos, DeSantis llegó a afirmar en cierta ocasión que fue la propia Revolución americana la que abolió la esclavitud, omitiendo una larga historia de resistencia de los propios esclavos negros así como la posterior pervivencia de ese fenómeno y del racismo en aquella sociedad.

También se le reprocha que recurriese últimamente a tácticas probadas ya por los supremacistas blancos en ocasiones anteriores cuando metió en un avión a inmigrantes venezolanos recogidos en Texas para enviarlos a Boston con la falsa promesa de que allí conseguirían permiso de trabajo.

Esa práctica engañosa recuerda a muchos lo que hizo en los años sesenta del siglo pasado la red de supremacistas blancos conocida como White Citizen Councils cuando transportó a la fuerza a ciudadanos negros a Hyannis, en Massachusetts, donde tenía su residencia la rica familia Kennedy.

Se trataba entonces, como ahora, de darles una lección a esos “liberales” de la costa Este de EEUU a quienes nada cuesta defender la inmigración porque es algo que no los toca directamente como al ciudadano medio y muchas veces empobrecido de otras partes del país. Puro populismo ultra.

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