Opinión

La inocencia de la aprendiz de brujo

La simplificación de conceptos jurídicos bajo pretexto de ayudar a divulgarlos tiene efectos lamentables. Un ejemplo —más allá del desastre político de la revisión a la baja de las condenas y de sus consecuencias para el voto conjunto de la izquierda, hoy difícil de calcular— sería el tan famoso “sí es sí”. Aunque el traslado del núcleo probatorio de la agresión sexual desde la violencia o intimidación a la mera inexistencia de consentimiento no exija que éste se formalice en un sí expreso (tan evocador, por cierto, del “sí quiero”), la venta política del invento puede inducir a entenderlo de ese modo. Las consecuencias en cascada afectarán seguramente a las maneras de aproximación al sexo de sus actores y a la relación, siempre un tanto ambigua, entre hacer el sexo y hablarlo. El estilo naïf, que hace un valor de todo lo directo, en política (y en sexo) puede llevar a la insolvencia.

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