Opinión | Mujeres

“En caso de duda, haz feminismo”

“En caso de duda, haz periodismo”. La consigna, que tanto se ha escuchado en las redacciones de los periódicos, era el consejo que Augusto Delkáder daba a su tropa en El País en los años 80. Se puede aplicar a otros ámbitos y a menudo funciona. “En caso de duda, haz feminismo”, podría decirse, y sería una recomendación igualmente buena.

El pasado 8-M las españolas volvieron a hacer feminismo, saliendo masivamente a la calle y dando una lección a los políticos y las instituciones. No se produjeron los encontronazos que anunciaban algunos, esperando que la jornada acabara en una pelea de gatas. Una decepción para ellos. Lo más sonado fue el incidente que protagonizó un grupo de feministas contrarias a la ley trans, interrumpiendo un acto de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Hubo mucho alboroto y las imágenes se difundieron rápidamente por las redes sociales y los medios digitales, pero lo cierto es que no pasó a mayores, se resolvió de manera bastante civilizada y el acto siguió adelante.

El feminismo es un movimiento transversal. Es social, laboral, económico y cultural. También político, desde luego, pero salta a la vista, después del último 8-M, que está por encima de la política o, más exactamente, de los políticos. La doctrina y la teoría son necesarias, nadie dice lo contrario, pero lo que moviliza a las mujeres son los problemas cotidianos y la búsqueda de soluciones sencillas a sus problemas.

Las manifestaciones del pasado 8-M, divididas pero masivas, son la demostración de que queda mucho por hacer en favor de una sociedad más igualitaria, porque las españolas aún necesitamos reivindicar ciertos derechos y reclamar justicia a gritos.

Las mujeres seguimos asumiendo los cuidados de niños y mayores, y en general de las personas más vulnerables —es de suponer que, a estas alturas, los maridos ya son capaces de arreglárselas solos—, así que facilitarnos la tarea, implicar a los hombres en ella y mejorar las condiciones en las que se desempeña conduce a una sociedad más acogedora para las mujeres y para todos. Se diría que es evidente, pero sigue siendo necesario recordarlo tras una pancarta al menos una vez al año.

Este 8-M, el de la fractura en el movimiento feminista, ha sido más evidente que nunca que las mujeres tenemos la agenda más ordenada que los políticos y que hay motivos de sobra para la protesta. Continúa habiendo muertes y agresiones que evitar —49 el año pasado, 10 en lo que va de este—; queda mucho por mejorar en el ámbito laboral —hay que racionalizar horarios y dar estabilidad al empleo femenino, facilitar la conciliación familiar y romper techos de cristal—; hay que velar por los derechos conseguidos a lo largo de los años, gracias al esfuerzo de varias generaciones, asegurarse de que no se pierda su esfuerzo y no dar nada por hecho.

Ese, el de la autoafirmación y la solidaridad diarias, es el feminismo que necesitamos las mujeres, y con nosotras el resto de la sociedad. Un feminismo vivencial, alejado de los dogmatismos y tolerante. Así que hasta el próximo 8-M, sin esperar a que los políticos tomen nota, las mujeres seguiremos haciendo feminismo de la mejor manera que podamos en nuestros trabajos, con nuestras familias y nuestras amistades.

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