Opinión | Sol y sombra

El escritor del dolor

Murió a los 88 años el japonés Kenzaburo Oé, autor de Una cuestión personal y El grito silencioso, y padre de un discapacitado por hidrocefalia diagnosticado autista. Oé viajó en los años sesenta a Hiroshima para interesarse por los testimonios de las víctimas de aquella asesina “bomba justiciera” de Truman. Lo recibieron héroes silenciosos, ancianos obligados a vivir en soledad, mujeres y jóvenes desfigurados, y médicos que luchaban denodadamente contra los efectos tóxicos de la radiación. Halló un pueblo jamás dispuesto a rendirse, elegido para soportar el dolor y aliviar la culpa de quienes, en nombre de la seguridad, les habían infligido tanto daño. De ahí surgió Cuadernos de Hiroshima, uno de los dos reportajes más estremecedores que se han escrito sobre las consecuencias de la bomba atómica. El otro fue el del periodista John Hersey.

Kenzaburo Oé contó más de una vez que se había hecho escritor para reflejar en su obra el dolor. No es de extrañar que la radicalidad ética que le acompañó durante su vida se inspirase en las lecciones aprendidas del sufrimiento humano de los seres condenados por la historia. El señor Sadao Miyamoto, una de esas víctimas de Hiroshima, murió acariciando un conmovedor deseo de paz. La última vez que el escritor lo vio, había recibido el humilde homenaje de los participantes en la marcha que se celebraba con motivo de la novena conferencia mundial contra las armas nucleares. “Se retiraba hacia la muerte con un ramo de flores en las manos, los hombros encogidos con resignación y, a pesar de todo, con evidente satisfacción y dignidad. Cuando entró en aquel lugar (el hospital), al que a nosotros, los de fuera, no se nos permite, apenas podía sostenerse por sus propios medios. Las semanas del verano al otoño, las pasó en la cama y murió con la llegada del invierno”. Solo entonces se rindió. Los tiempos de guerra ayudan a entender a Oé.

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