Opinión

La resaca de la moción

Utilizo la palabra “resaca” en su acepción 4: “situación o estado que sigue a un acontecimiento importante” y hablo simplemente de “moción” y no de “moción de censura” porque tengo serias dudas de que el acto parlamentario que ha tenido lugar los pasados días 22 y 23 haya sido una verdadera “moción de censura”, aunque nominalmente se haya presentado como tal. Y es que si se tienen a la vista los artículos 113 y 114 de la Constitución, lo que se celebró no fue una moción de censura en sentido estricto (no reunió todos los requisitos específicos de la “moción de censura” constructiva), sino una figura parlamentaria atípica en la que se combinaron rasgos de la moción de censura con los del llamado “Debate sobre el estado de la nación” (práctica parlamentaria concebida como un debate de política general, en la que los grupos parlamentarios acaban presentando sus propuestas de resolución que son votadas en el Congreso). Lo que sí hubo fue una “moción”: “una proposición a una asamblea que deliberaba”, pero no la constitucional de censura constructiva. Sentado lo que antecede, considero que lo más interesante es valorar la situación política posterior a la moción, esto es, la resaca que nos dejó, diferenciando los hechos de lo que es la opinión valorativa de los mismos.

Fue un hecho indiscutible que la supuesta “moción de censura” fracasó. Y ello porque el candidato propuesto por el partido político proponente, el profesor Ramón Tamames, no obtuvo la confianza del Congreso o —lo que es lo mismo— no obtuvo la mayoría absoluta de la Cámara.

Un segundo hecho indiscutible —estrechamente relacionado con el anterior— es que el mencionado candidato obtuvo un apoyo muy exiguo: solo consiguió que 53 parlamentarios le otorgaran la confianza (uno más que los que presentaron la moción), pronunciándose 201 en contra y absteniéndose 91. Por lo tanto, la moción no produjo efecto alguno en la situación política anterior a ella.

Situados en la perspectiva de la resaca de la moción, el margen y la libertad para opinar son amplísimos. Mi valoración personal es la siguiente. Empecemos por el órgano censurado: el Gobierno de la Nación. Las preguntas son ¿afectó negativamente en algo la moción de censura al Gobierno al que se pretendía exigir responsabilidad política? Siendo así que fue objeto de censura parlamentaria la acción de gobierno y que las críticas podrían haber erosionado la coalición ¿se puede afirmar que como consecuencia de la moción se desgastaron los lazos de unión de las formaciones del gobierno de coalición?

Mi respuesta a estos interrogantes es negativa: la moción no produjo efecto alguno de tipo negativo ni en la acción de gobierno ni en los ligámenes de unión entre los grupos políticos coaligados. Como era previsible fue muy escaso el interés con el que se siguió la moción (una reciente encuesta de GAD3 confirma que siete de cada 10 de los encuestados reconoce que les interesó poco o nada), y en cuanto a la valoración de los resultados el 38,1 % considera que el Gobierno salió reforzado, dando los votantes de todos los partidos al PSOE como ganador de la moción de censura.

No debe extrañar, pues, de que no haya no ya datos, es que ni siquiera existen indicios, que permitan afirmar que a causa de la moción se “deshilacharon” los lazos de unión del llamado gobierno “Frankenstein”. El Gobierno y los partidos que rechazaron la moción forman una comunidad de intereses indisoluble en torno a un objetivo político común que consiste en que individualmente para cada uno de ellos y para todos conjuntamente no es posible una mejor situación política que la actual: cualquier otra es peor.

Con esto se quiere decir, que en lo sucesivo las cosas seguirán como estaban antes de la moción: las desavenencias internas entre los partidos coaligados e incluso entre algunos de los miembros destacados de Unidas Podemos entre sí apenas sufrirán variaciones, salvo la posible intensificación futura de la brecha latente entra la lideresa de la anunciada, pero aún no nacida, formación política Sumar y el efecto que pueda tener en Unidas Podemos.

Sobre si la moción fue un “balón de oxigeno” para el presidente del Gobierno, los datos reseñados parecen confirmar que sí, pero el tiempo lo dirá. Faltan algunos meses hasta mayo y bastantes más hasta diciembre. Y al tratarse de un tiempo político tan dilatado el supuesto balón de oxígeno de hoy puede que, para entonces, haya dejado de producir cualquier efecto político beneficioso.

Y para Vox, ¿políticamente hablando habrá sido rentable la moción? La respuesta me parece que también es negativa. Los efectos positivos que podría tener para sus votantes el hecho mismo de presentar la moción como una reacción ineludible ante la situación actual de España no evitan el desconcierto que podría haberles producido el modo en el que se ejecutó la moción. No creo que, dadas las características tan marcadas en algunas cuestiones de los votantes de Vox, éstos se hayan sentido del todo reconfortados con el candidato elegido y con sus opiniones personales sobre algunos temas. Tanto es así que en la mencionada encuesta de GAD3, solo el 17 por ciento afirman que su partido ha sido el que más ventaja ha sacado del debate en el Congreso.

Finalmente, ¿cómo ha afectado al PP? ¿Esperaban sus votantes que la que es su innegable oposición al Gobierno de la Nación debía traducirse en un apoyo a la moción de censura para escenificar la división en bloques de nuestro actual panorama político? Habrá votantes del PP a los que podría haberles gustado que, en lugar de abstenerse, hubiera votado a favor de la moción de Vox. Pero pienso que la gran mayoría está de acuerdo con la estrategia de la actual dirección del PP: como dijo la portavoz Cuca Gamarra: “Seguimos nuestro propio camino, el más amplio”, con lo cual el PP es la “alternativa moderada” al gobierno de coalición de PSOE y Podemos.

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