Opinión | Al azar

Francia arde intelectualmente

John Wick 4 se queda corto, al situar la película más violenta de la historia en París con nocturnidad. La capital de Europa se ha cubierto de basura con sus roedores correspondientes, cada hora de la revuelta contra el jupiterino Macron en la monarquía más acentuada del planeta supera en violencia a todo el procés, pero los independentistas seguirán siendo el contrasentido de la civilización. Arde Francia, pero su fuego prende intelectualmente en las mentes de sus vasallos culturales, sus cenizas se leerán como una cumbre de la humanidad. La furia irracional desatada no impedirá que los papanatas de la parte equivocada de los Pirineos sigan citando a los grandes pensadores galos como si señalaran el futuro de la convivencia reposada, y no de las hogueras.

El levantamiento contra Macron contrarresta el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años, otra prueba de que los franceses se cansan y se rinden antes que nadie. La efervescencia no durará en el campeón mundial de la revolución efímera, porque los efectos de mayo del 68 no se extendieron más allá del mes citado, lo cual no impide que los subordinados de países menores sigan fascinados por la playa bajo los adoquines. Cualquier bobada derrocha cultura si la pronuncias en francés, la única aportación progresista de los gastrointelectuales es la gauche caviar.

Los intellos del Molotov jubilatorio no fueron apaciguados por la media hora de entrevista televisada en la que Macron reprochaba a sus conciudadanos que no fueran tan superdotados como su presidente, que se jubilará antes de cumplir los cincuenta. Entre las pérdidas irreparables a raíz de las algaradas, el Jefe de Estado francés no ha podido ilustrar en Versalles a su vecino Carlos III de Inglaterra sobre las ventajas impagables de una monarquía absoluta, ejercida sin la intromisión del Parlamento. En cuanto al derecho fundamental a la pereza, los europeos son más ingenuos de los que pensábamos, si imaginan que van a sobrevivir con sus mayores de sesenta años cobrando pensiones superiores a los sueldos de sus veinteañeros.

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