Opinión | Hoja de calendario

Racismo

El informe anual de Amnistía Internacional, que acaba de aparecer, ha hecho hincapié en la hipocresía que se esconde tras la reacción “contundente” en favor de Ucrania tras la agresión rusa, que contrasta con la indolencia con que se tratan otras violaciones igualmente graves de los derechos humanos en otros escenarios contemporáneos.

El eurocentrismo es solo una muestra de una característica singular de la condición humana. Probablemente a causa de nuestras limitaciones insuperables, nos preocupamos —y sentimos dolor o gozo, según los casos— por aquello que está cercano y nos desentendemos de lo remoto, física o intelectualmente. A los europeos nos parece lacerante la herida de Ucrania, de unos ciudadanos que “son de los nuestros” —comparten historia y raza-— pero estamos absolutamente al margen de los dramas recientes en Oriente Medio, de las hambrunas y las guerras silenciosas de África Subsahariana, de los protagonistas involuntarios de los flujos migratorios que huyen de la escasez y buscan un horizonte más al norte.

Cinco millones de ucranianos están hoy en Europa, cargados de temor, de verdadero miedo, del pesar que produce sentirse expulsado de la propia casa. Pero encuentran afortunadamente el calor de sus semejantes, que hacen lo posible por auxiliarlos. ¿Por qué pues, tanta inquina contra los miles de africanos que intentan sobrevivir lejos de la miseria original en que nacieron? ¿Habrá que pensar que ese rechazo tiene raíz racista? La verdad es que resulta muy difícil hallar otra explicación.

Suscríbete para seguir leyendo