Opinión | inventario de perplejidades

El fútbol geométrico de Arsenio

A los que vimos jugar a Arsenio Iglesias desde la grada Infantil; después desde la grada conocida como General; acto seguido desde Lateral de Marcador, con unos funcionarios que movían a mano los resultados de otros partidos; a continuación, desde Preferencia, donde aposentaban (acto de colocar las posaderas) los que presumían de entender de fútbol; y, por último, desde la Tribuna, lugar preeminente que permite ver mejor el juego y ponerse a cubierto de perturbaciones atmosféricas. Una ventaja no menor porque las grandes ligas profesionales comienzan con el calor veraniego, pasan los fríos invernales y rinden cuentas en la primavera. Pues bien, en todas esas circunstancias, vimos jugar a Arsenio Iglesias, que solía deambular por el territorio reservado a los interiores, es decir, aquellos que, dotados de una superior calidad técnica, física y estratégica, les está encomendada la tarea de dominar el centro del campo. Al interior que cumple esa función el entrenador suele entregarle la camiseta con el número 10 en la espalda. Llevaron el 10 futbolistas tan importantes como Pelé, Maradona, Messi, Luis Suárez (el coruñés), Puskás, y otros que no citaremos para no desviarnos del objetivo principal de este obituario.

El Arsenio Iglesias que ha muerto hace unos días fue un excelente jugador de fútbol y un entrenador de parecido nivel. Como jugador defendió los colores del Deportivo, Sevilla, Granada y Oviedo. El entonces famosísimo entrenador Helenio Herrera quiso llevarlo a Italia después de haber tenido la oportunidad de verlo actuar a sus órdenes en una liguilla dramática para no descender a Segunda División. En todos esos destinos cumplió a la perfección. Y si hubiere que señalar el prototipo del jugador gallego por excelencia, no cabe duda de que el zorro (o mago) de Arteixo figuraría entre los primeros. Mientras ejerció de pantalón corto, destacaba por su regate sinuoso, su pegada sorpresiva, su colocación al límite del fuera de juego, y su buen entendimiento con los compañeros. Y, sobre todo, mucho pundonor.

Siendo muy joven e inexperto se acercó al portal del domicilio de don José Iglesias Varela, por entonces presidente del club, para quejarse de que no lo incluyeran en la alineación del equipo titular:

–Don José, el entrenador no me pone.

A Iglesias le hizo gracia la intervención y las buenas maneras con que se expresaba y le recomendó un poco de paciencia, porque era obvio que muy pronto se iba a abrir un hueco para él en la delantera.

Formó una pareja excelente con Manolo Lechuga. Esa condición modesta de su personalidad se reflejaba en todo. En una pasantía de matemáticas, al profesor al que Arsenio se había dirigido para que le diese unas clases, le pareció encomiable ese interés por las matemáticas y nos lo puso como ejemplo:

–Lo que más gracia le hizo fue la longitud de la palabra “semicircunferencia”.

En la retransmisión televisada de un partido de fútbol, en el que uno de los equipos era el Deportivo, el exjugador, exentrenador y exseleccionador español don Domingo Balmanya hizo el elogio del buen juego desplegado por la escuadra coruñesa.

¡Ah! El fútbol geométrico de mi amigo Arsenio Iglesias.

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