Opinión

Premio Princesa de Asturias a la voz de Putin

Es fácil conceder que la erudita Hélène Carrère d’Encausse merece todos los reconocimientos como experta en Rusia. Sin embargo, cuesta olvidar hoy que la secretaria perpetua de la Academia francesa no solo mantuvo hasta el último día que Putin no invadiría Ucrania. Peor todavía, culpó a los ucranianos de haber querido “ucrainizar” a los ciudadanos de habla rusa, donde conviene recordar que Zelenski se expresaba en ruso.

Sostener que la historiadora ha actuado como portavoz y forofa del presidente ruso queda por debajo de su función real de lobista. Colocaba al dictador a la altura del disidente Solzhenytsin, “a quien Vladimir Putin ha leído a la perfección” Pues bien, la exaltada y exaltadora Carrère d’Encausse acaba de recibir el premio Princesa de Asturias, porque “su obra constituye probablemente la aportación más sustantiva que se haya hecho en las últimas décadas al conocimiento de la Unión Soviética y Rusia”. Ese magisterio inapelable la impulsó seguramente a denigrar a Joe Biden, cuando anunciaba la inminente invasión de Ucrania. El presidente americano “se comporta de modo imprudente”, y el inmaculado Putin “no es un ignorante de los parámetros de la vida internacional”. No parece el tipo de persona a la que se encargaría un análisis político, y mucho menos histórico.

Conceder el Premio a la portavoz de Putin en 2013, cuando contaba 84 años, podría deberse exclusivamente al acendrado papanatismo cultural español. En 2023, después de la acogida masiva de refugiados ucranianos y del elevado precio que cada español ha pagado por los caprichos de Putin, suena a sarcasmo. Incluso los partidarios de una visión equilibrada de los conflictos tienen derecho a escandalizarse por el galardón, concedido a la historiadora más contumazmente equivocada de Europa. Al contraponerle la anexión de Crimea en 2014, replicaba impasible y putinista que “para los rusos, Crimea es una conquista de Catalina II”.

En efecto, quienes hayan repasado declaraciones posteriores a la invasión de Carrère, madre del premio Princesa de Asturias de idéntico apellido, habrán advertido que ahora decreta el fin de Putin. Cuesta valorar si su oportunismo es más grave que su cobardía, al apoyar a un dictador y pastorear un núcleo de acérrimos de Putin en la Academia francesa. Si el galardón es el justiprecio por haber nombrado académico a Vargas Llosa, alguien puede repasar el número de inmortales que desistieron de la coronación, en un claro boicot a la cultura hispanoamericana que Francia detesta.

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