Opinión

Más madera a la caldera de Riazor

3-2 | Linares - Deportivo

3-2 | Linares - Deportivo / LOF

Riazor estaba vacío, pero su temperatura subía. Como el efecto mariposa y la teoría del caos, pero no tan casual, más real. Cada gol que le caía al Deportivo en la segunda parte de Linares era otro puñado de troncos cortados que se iban directamente al centro de la llama. Más y más madera. Hace tiempo que la grada está en combustión con Óscar Cano como víctima predilecta. Esta mañana con razón, sobre todo, tras el cambio de Trilli. Eso sí, cada día que sigue en el banquillo, cada jornada en la que deciden apostar por su continuidad se reparten más las culpas. Eso es lo que va rumiando la afición. En unos días estará ya Lucas Pérez sobre el césped del templo coruñés y seguro que una victoria y los goles son el mejor extintor. Pero, como al Algeciras se le ocurra poner contra las cuerdas a los blanquiazules, los cánticos del estadio pueden ir dirigidos a otros protagonistas. Los escudos duran lo que duran. La afición del Dépor lo da todo, pero eso no significa que le valga cualquier cosa. A flor de piel.

Lo peor no es caer ante el Linares, un equipo arrollador, con las ideas claras, abrumador a balón parado y con mucho ritmo en su juego. Lo que condena al equipo coruñés es su desaparición en el segundo acto, su falta de personalidad para dejarse atropellar y, sobre todo, que casi nunca se jugó a lo que él quería, a lo que le convenía. Hasta que tiró de una efectividad nunca vista en toda la temporada le sostuvo una prodigiosa mano de Mackay y un milagro de Svensson bajo palos. Tuvo incluso la suerte de que el portero se tirase de una manera un tanto artificiosa en el primer tanto y que un defensa resbalase en el segundo. Todo venía de cara, salía el sol hasta que el Dépor se dio cuenta de que él mismo es su propio nubarrón. Ahora mismo ni siquiera tiene asegurado el play off de ascenso. ¿Hasta dónde llegarán las miserias de este club?