Opinión | Solo será un minuto

Ejercicio de reflexiones

París bien vale una risa porque con buen humor las ciudades son más acogedoras aunque se produzcan situaciones incómodas, y es mejor ir por la vida a rumba abierta que enterrar días sin haber escuchado sus sonidos más secretos. Mejor la convivencia sin palos en la lengua y alejados de la gente que se mueve a caspa y espada, manchando y atacando.

Conviene tener lejos a los que hacen gorrón y cuenta nueva con los afectos, se aprovechan y no dan nada a cambio. Aconsejable: tener precauciones con quienes piensan: molo ante el peligro. Y confunden la temeridad con la audacia, el riesgo con la insensatez, la cumbre con el abismo. Atención: no dar muchas confianzas a los machos alfalfa que pastan en prados salvajes. Ni entrar en la boca del bobo que se dedica a ensuciar las cuevas de las redes sociales con zarpazos y mordiscos que desgarran el sentido común y el respeto. Hay que tener en cuenta que la verdad nos hará liebres en el punto de mira de quienes no la toleran.

Quienes buscan pieles erizadas deberían recordar que las camas las carga el diablo, luego no vale quejarse de que de aquellos polvos vinieron estos lodos. Es un hecho que los bobos opuestos se atraen a la hora de despellejar las opiniones ajenas (cuando se trata de asuntos futboleros o políticos ya ni te cuento) y cuando hay desencuentros en la tercera frase conviene no llegar al siguiente párrafo porque sería perder el tiempo.

Quienes se pasan la vida poniendo a Dior por testigo disfrutan creyendo que provocan con sus alardes de lujo sedoso o motorizado porque saben que este no es un país acogedor para pijos, creen que abunda el señor de los palillos con la camisa abierta, y adoran el credo de que sin ostentación no hay tentaciones que valgan (la pena).

Suscríbete para seguir leyendo