Opinión

La pandemia suicida

En los últimos días ha saltado a la palestra la noticia de que el suicidio es la mayor causa de muerte entre los más jóvenes y que este tipo de fallecimiento se ha multiplicado con la llegada de la pandemia.

La soledad producida por el aislamiento, así como el refugio exagerado en las redes sociales, hacen crecer un problema del que, hasta hace bien poco, era preferible no hablar… Pero no son las únicas causas.

Los menores que son víctimas de acoso escolar, los acosados de forma telemática, o aquellos en cuyos hogares se viven episodios de violencia de todo tipo; son carne de cañón para un problema que, aunque silenciado, se empeña en hablar a gritos.

Situaciones vitalmente estresantes o emocionalmente intensas, en muchos casos, acaban desembocando en muerte. Un tipo de muerte que afecta en mayor medida a los niños que a las niñas, pero que está ahí para todos.

Y, a diferencia de lo que se ha dicho siempre, yo no creo que desaparecer sea un acto de cobardía ni de egoísmo, sino de falta de visibilidad. De una desilusión presente tan grande, que impide a los que la padecen vislumbrar un futuro de vino y rosas.

La vida, ese supuesto tesoro que nos han vendido, está llena de luces y de sombras para las que hay que aprender a curtirse. Es algo así como tomar un medicamento preventivo, antes de tener que hacerse con otro que sea paliativo. No hay más.

Para ello, es preciso estar atento a las necesidades y cambios de humor de nuestros hijos, así como a nuestra absoluta recepción a sus propuestas de cambio, porque a ser padre también se aprende y, por suerte o por desgracia, no suele funcionar la misma fórmula para más de un hijo.

Pero, en cualquier caso, existen profesionales más que cualificados para servir de guía emocional a nuestros descendientes. A la mínima de cambio, es necesario actuar y dirigirlos con mano izquierda a un especialista que tratará de guiarlos hacia el camino de la luz y que les dará pautas para saber afrontar con mayor éxito los periodos de oscuridad del camino.

La pandemia, el bicho que salió de China para destrozar la vida de medio mundo, realizó su trabajo en profundidad. Peleó con uñas y dientes por matar a varios millones de personas y por dejar tocada del ala una buenísima parte de la sociedad… Y lo consiguió.

Porque que esa trampa nos cambió a todos, es una verdad como un templo. Trocó nuestros hábitos de compra, las formas de planificar nuestro futuro, los tipos de reunión y hasta las medidas de higiene física y mental. Y ahora, es a nosotros a los que nos toca combatir sus efectos en esta extraña posguerra por la que nos toca atravesar.