Opinión

Economía de guerra y austeridad fiscal

La Comisión Europea anunció recientemente un plan de 1.000 millones de euros destinado concretamente a la producción acelerada de las municiones que necesita con urgencia Ucrania para su guerra con Rusia.

Se trata de un paso decisivo más hacia la “economía de guerra” del continente de la que ya habló el comisario europeo del Mercado Interior y Servicios, el francés Thierry Breton.

Se pretende además que los países de la UE cumplan el objetivo mínimo de gasto militar arbitrariamente establecido por la OTAN, a solicitud de Washington, en un 2 por ciento de su PIB.

Y todo ello se produce además en un contexto europeo que recuerda el debate que dominó los años diez cuando la política de austeridad reemplazó a la flexibilización de las reglas fiscales a la que recurrieron los gobiernos para rescatar el sistema bancario.

Tras la llamada “flexibilización cuantitativa”, es decir la creación artificial de dinero para la compra de activos financieros que adoptó la UE para mitigar el impacto económico de la última pandemia, ahora toca de nuevo austeridad.

Así, mientras la UE elabora un plan para obligar a los países miembros a reducir su endeudamiento, al mismo tiempo les dice que han de aumentar sus presupuestos de defensa para financiar la nueva economía de guerra.

La consecuencia no puede ser así otra que una disminución de los gastos sociales. Y serán una vez más los países periféricos, tradicionalmente los más endeudados, los que tengan que realizar los mayores sacrificios.

El ministro alemán de Finanzas, el liberal Christian Lindner, pretende efectivamente que los peores transgresores de la política de austeridad reduzcan hasta un 1 por ciento anual su nivel de endeudamiento.

El periodista estadounidense Thomas Fazi se pregunta cómo van a poder algunos países europeos a los que se les trata de imponer tales esfuerzos un segundo ciclo de austeridad, dado el estado actual de la economía (1).

Que es hoy mucho peor que el de hace una década por culpa de una elevadísima inflación, las continuas interrupciones en la cadena de suministros, las sanciones económicas y una guerra cuyo fin nadie acierta a ver.

Una guerra que ha desplazado el eje geopolítico de Europa hacia el este y ha llevado a Alemania a redefinir su papel en el continente, aceptando de mejor o peor grado la separación de Rusia que le ha impuesto EEUU.

Alemania parece finalmente resignada, explica Fazi, a ejercer de “principal emisario” en Europa de la superpotencia, sobre todo en materia de política exterior.

Conviene no olvidar que, a diferencia de Rusia, que retiró con Mijail Gorbachov a todas sus tropas de la RDA, Estados Unidos sigue teniendo varias bases militares en territorio alemán, entre ellas la de Ramstein, cuartel general de la Fuerza Aérea de EEUU en Europa e importante base de operaciones en la guerra antiterrorista.

Esto hace decir a algunos políticos, entre ellos los de la ultranacionalista Alternativa para Alemania, pero también otros en la izquierda como el ex ministro socialdemócrata de Finanzas Oskar Lafontaine, que Alemania no es todavía “un país soberano”.

Como explica el conocido sociólogo alemán Wolfgang Streeck, a EEUU le interesa sobre todo que Alemania asuma el liderazgo económico europeo a condición de que organice y sobre todo financie la aportación europea a la guerra de Ucrania. Y a juzgar por los hechos, lo está consiguiendo.

(1) En el portal independiente de internet UnHerd.

Suscríbete para seguir leyendo