EDITORIAL

EDITORIAL | Un acuerdo lógico y más que necesario

Por mucho que Miguel Lorenzo, el candidato más votado en las elecciones municipales, se empeñe en que quiere gobernar en A Coruña, la lógica hace pensar que la ciudad se encamina hacia un mandato en el que los socialistas, con Inés Rey al frente, y el Bloque, con Francisco Jorquera, se tienen que entender.

Ambas formaciones se dieron la semana que está a punto de acabar como periodo para reflexionar, analizar los resultados y, por supuesto, plantear su fórmula preferida para fijar la colaboración que tendrán que mantener durante los próximos cuatro años.

La ejecutiva local socialista fue la primera en mover ficha y ya anunció que empezarán las conversaciones con los ediles nacionalistas sin “líneas rojas” para conseguir llevar a buen puerto un “gobierno de progreso”. Por su parte, el BNG coruñés esperó a la decisión que tomaba la dirección general de la formación y, a partir de ahí, ver su modo de actuación, aunque, en varias ocasiones, ya expresaron su predisposición a que el proceso de diálogo con los socialistas termine con un pacto.

Lo único que a estas alturas se sabe es que, de ningún modo, el Bloque impedirá la investidura de Inés Rey, que tiene ante sí otros cuatro años al frente de María Pita. Sin embargo, en el seno del BNG coruñés hay un cierto temor a que los socialistas no cumplan los acuerdos que puedan alcanzar durante las negociaciones que están a punto de abrirse.

De hecho, con frecuencia aluden a lo sucedido con el pacto de investidura alcanzado en junio de 2019 y que, según denuncian, fue incumplido en varios de sus puntos principales, uno de ellos la creación de una bolsa de vivienda para arrendar pisos a precios tasados. Por ello, Francisco Jorquera ya aseguró que sea cual sea la fórmula que al final se elija, tendrá que ir acompañada de mecanismos que garanticen el cumplimiento de todos los puntos.

Ambas formaciones están de acuerdo en algunos temas fundamentales para la ciudad, como puede ser el de la movilidad o las políticas sociales, desde las cuestiones de género y el respaldo a la comunidad LGTB, a la conciliación o a las promesas de impulsar vivienda pública y protegida.

Incluso en un tema como el de la seguridad, sobre el que se ha incrementado la preocupación de los vecinos en los últimos meses, ambas formaciones coinciden al considerar el refuerzo de la plantilla de la Policía Local como uno de los pasos prioritarios.

Sin embargo, hay otros aspectos en los que la confluencia de ambas formaciones no resulta tan sencilla y que pueden suponer un quebradero de cabeza para los responsables de ambas formaciones. Uno de ellos es el urbanismo, donde los dos partidos muestran algunos puntos claramente discordantes, si bien en lo esencial sí hay coincidencias.

Otra de las cuestiones en las que el pacto puede ser complicado es que, mientras el PSOE opta por mantener el servicio de transporte urbano bajo la fórmula de una concesión, los nacionalistas son más favorables a la creación de una empresa municipal que se haga cargo del servicio.

Sea como sea, la realidad es que antes del próximo 17 de junio, fecha en la que se constituirán las corporaciones, ambas formaciones tendrán que haber sido capaces de cerrar un acuerdo, aunque sea de mínimos. A Coruña no se puede permitir el lujo de no tener un gobierno fuerte que sea capaz de desarrollar los planes que marcarán el futuro de la ciudad. El futuro de la fachada marítima, el problema de la vivienda, la seguridad ciudadana o la recuperación de la antigua cárcel provincial son solo algunos de los asuntos que no pueden quedarse en el limbo durante cuatro años.