Opinión | Ver, oír y gritar
El estoque cultural de Barrera
Es manifiesta la voluntad de interferir en los contenidos que programan las instituciones culturales valencianas en general, por parte de una Conselleria de Cultura en manos de Vox. Es inadmisible cualquier clase de injerencia política en el pensamiento y las creaciones artísticas. Así, el regreso al pasado se irá haciendo más evidente, cosa que se ha ido viendo en otras comunidades con la censura cultural que quiere anular la pluralidad y el espejo crítico de cada época. Ya ven. Nos ha tocado la lotería.
Sin plena libertad de expresión no existe cultura real. Nadie tiene derecho a imponer lo que se puede o no llevar a cabo como en los viejos tiempos. Esa represión pone límites y marca rumbos. Da pie a la humillante autocensura, a fin de que los creadores no dejen de comer el turrón, y da alas a la involución cultural y, por tanto, social. Una absoluta falta de respeto a este sector, notablemente perjudicado, y a la ciudadanía, pese a los votos cosechados por las derechas. Y esa infumable manera de meter la nariz donde no toca. Estas actitudes sí son un auténtico peligro para la democracia y el enriquecimiento cultural e individual. Las conductas de ultraderecha tienen eso, y en esa dirección trabajan al servicio de unos intereses sociopolíticos muy conservadores.
Los cambios en el Institut Valencià de Cultura inician una nueva etapa que pretende ser de cultura blanca y estéril, huyendo de las «programaciones politizadas» como si el correspondiente conseller de Cultura, Vicente Barrera, no buscase politizar el paisaje con su perfume doctrinario que solo busca formas de entretenimiento que ya hay. Distinto es que todo se reduzca a la inocuidad y a la administración de mazapán, con resistencia a los cambios, y que anulen la reflexión y las conflictivas realidades que las artes escénicas deben reflejar en los escenarios.
La extrema derecha promueve una visión homogeneizadora, ultraconservadora y nacionalista de la cultura. La incorporación de Vox a diversos gobiernos locales y autonómicos supone vetos y suspensiones de obras de teatro. Lo hemos visto en varias ocasiones. En Jaén se suspendió «Romeo y Julieta despiertan», protagonizada por Ana Belén y vista en Alicante recientemente. Aquí todavía no ha empezado del todo la charlotada del exmatador, aunque toca la pandereta vestido de Santa Claus.
Según creen, la mafia intelectual afirma quién puede escribir, cantar, actuar o realizar una película en España. Justo lo que ellos piensan y desean. Las propuestas culturales que Vox defiende, curiosamente, son la verdadera libertad para leer, pensar, crear… Denuncian la pulsión censora de la izquierda y el dirigismo cultural. Las abyectas formas de acercarse a la cultura. Hablan de que no han venido a respetar el secuestro de la cultura por unas falsas élites que quieren rediseñar la sociedad, por sus gustos e intereses, y dictar las reglas al resto.
La industria cultural valenciana, en este caso, tiene razones para estar inquieta con el beneplácito del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. La batalla consiste en recortes presupuestarios, caza de brujas, cancelaciones o pasos atrás. La guerra al mundo de la cultura está servida. Imaginen a un ministro de Cultura de Vox pisando este derecho constitucional, alentado por los «valores morales» de Abascal como vicepresidente… La libertad de pensamiento en pro de un mundo socialmente igualitario y justo. Por eso la persiguen. Hace falta un pacto nacional por la cultura, que ya está reivindicado. Un acuerdo con las fuerzas políticas que permita sostener una industria muy frágil. Que no esté sometida a los vaivenes políticos.
Y no es cuestión de oponerse al concepto clásico de cultura. Es decir, el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo. El desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo. Pero hay algo más. Generar un cambio en la mente o la vida de las personas. Eso mismo es también el teatro. Una herramienta de dinamización que estimula el interés y la inquietud por los problemas sociales con variedad de géneros y tendencias. Porque la cultura, a juicio de la ONU, es una fuente de innovación y creatividad, lo que despierta el rechazo del cerrilismo. La diversidad y sus formas de vivir y de observar.
Por cierto, el Ejecutivo valenciano airea la saneada situación de Ciudad de la Luz, que la fundió el anterior Gobierno de un PP con multa millonaria de Europa por competencia desleal, ayudas ilegales y envuelto en otras situaciones de corrupción, a la vez que da la espalda a nuestro campo del audiovisual. Las gestiones europeas en la etapa del expresidente Ximo Puig dieron fruto tras diez años de estar cerrado el complejo cinematográfico, pero hoy se lleva el gato al agua el mismo partido que provocó el derroche económico, uno de esos pelotazos, y los consiguientes problemas.
El extorero de la clase rica, Barrera, torea en el ruedo político, saca pecho, cuelga monigotes del día de los Inocentes al personal y usa el estoque para herir a los profesionales de todo el sector artístico-cultural con sede en la Comunidad Valenciana. Lo normal, vamos. ¿No merece el premio gordo esta clase de dirigentes?
Suscríbete para seguir leyendo
- Así empezó Zara: las primeras dependientas reviven la tienda donde nació el imperio
- Una librera de A Coruña estalla tras sufrir la estafa de este autor: 'Non vas ver un céntimo
- El Concello de A Coruña detecta 'daños estructurales' en la pasarela entre las estaciones
- Esta es la línea de bus que más emplean los jóvenes de A Coruña, y no es la de Marineda
- Cooperativistas de Xuxán: «Este es un modelo fallido, somos prestamistas de la Xunta»
- Así eran los escaparates de Zara en los inicios del imperio Inditex: Gallinas vivas y el niño que salió corriendo con un conejo
- Las primeras trabajadoras idearon el nombre de Zara para aprovechar un rótulo ya fabricado
- En riesgo el resto de la temporada para Yeremay Hernández en el Deportivo
Santander impulsa la proyección europea de las pymes españolas con una expedición empresarial a Bruselas
