Opinión

Nuestro Hércules particular

La editorial Hércules de A Coruña, haciendo tributo al héroe que le da nombre, acaba de publicar una divertida narración de los trabajos que dieron fama y fatiga al supermán clásico de la antigüedad, el héroe de película antes del cine, el forzudo mortal, con genes divinos, que tanto dio que hablar a las artes desde que aquel enfant terrible demostró músculo ya en la cuna. He aquí que el nene se tuvo que defender de unas serpientes enviadas por Hera para castigar la infidelidad de su marido el dios Zeus con una mortal; pero el bebé ilegítimo del dios infiel se las arregló solito para neutralizar la violencia vicaria, que diríamos hoy, de la diosa, con sus propias manitas. Este niño de teta ya mostraba maneras, bien se ve. Pero vean ustedes cómo leemos el mismo hecho fantástico en el libro que nos ocupa:

“Las serpientes venenosas mordieron pero perdieron los dientes porque la criatura tenía la piel como el hierro. El bebé se apiadó de ellas regalándoles cuatro dientes de leche que le acababan de caer…”.

La fama de sus proezas circuló desde Grecia hasta Asia, con las tropas de Alejandro Magno, y hasta nosotros llegó Hércules también para dar término a uno de sus trabajos de encargo: liquidar al gigante Gerión, cuyos restos mortales los sitúa la leyenda bajo la torre de Hércules.

A un pueblo en permanente estado de alerta, como el griego, le venía bien este arquetipo guerrero que la fantasía popular integró en su imaginario por lo que tenía de incansable, como por lo divertido de sus increíbles combates de peleón de casta. De broma y de veras se fue propagando el mito hasta hoy.

Un prestigioso divulgador de la historia de griegos y romanos, Robert Graves, (Yo, Claudio), (La diosa blanca), etc. escribe: “Estos mitos no son solemnes como las historias bíblicas. La idea de que pudiera haber un solo dios y ninguna diosa no gustaba a los griegos, que eran un pueblo listo, pendenciero y divertido. Pensaban que el cielo estaba gobernado por un linaje divino, muy parecido al de cualquier familia humana acaudalada, pero inmortal y todopoderoso; y solían reírse de ellos, al mismo tiempo que les ofrecían sacrificios”.

Nuestro Hércules particular

Nuestro Hércules particular. / LOC

En esta línea de humor se inscribe la edición de estos trabajos que con el texto de Carlos López y los dibujos de Siro, nos muestran al héroe clásico con una relectura del mito clásico digna de ellos dos, a saber, cómica y artística. Un tándem que funciona muy bien; y si uno se recrea estirando el relato con bromas ocurrentes el otro no escatima gestos, trazos vigorosos y colores contrastados para remarcar la narrativa muchas veces irónica y con indirectas retóricas que nos hacer reír y mucho entretienen. Diríamos que los autores de texto e ilustraciones han querido enmendarle la plana al título que siempre se anuncia con el nombre de “trabajos” cuando en realidad son combates, peleas, hazañas, aventuras… la mayor parte con animales y fieras terribles; aunque también se le fue la mano a nuestro héroe con su profe de música. Ya se vio que la gente bruta, desde antaño no afinaba bien y gesticulaba demasiado. El verismo ya lo inventaron los griegos. Los romanos se dedicaron a copiarles…hasta hoy como quien dice. Y para hacer la historia del gigante más contextualizada en Galicia nada más ocurrente y gracioso que incluir en el relato del León de Nemea los servicios de un afilador.

Ya el comienzo del libro no deja lugar a dudas de lo que nos espera: “El gran héroe griego, Hércules, tenía por padre al dios Zeus y por Madre a la mortal Alcmena. Desde niño poseía una fuerza descomunal pues jugaba a las canicas con los planetas, al aro con los anillos de Saturno y a volar cometas atando con un cordel el cometa Halley. Cuando la luna estaba en cuarto menguante la agarraba y la lanzaba, como si fuese un boomerang…”.

Si leemos el relato clásico y lo comparamos con la edición de la que estamos hablando no será difícil encontrar la diferencia intencionada de tono y timbre porque la nota de humor casi la pide el propio relato clásico como escribía Robert Graves.

Vayan con Hércules a sus batallitas en compañía de dos ocurrentes contemporáneos que actualizan la historia del héroe griego trotamundos e intratable y verán que si Mortadelo existe es por algo y Supermán y Don Quijote, incluso Homer Simpson y Takeshi Goda, el gigante de la serie japonesa de dibujos animados Doraemon. Y que si son aficionados a los videojuegos de héroes incombustibles, semidioses e inmortales a ratos, verán que a todos les precede Hércules y que esto lo han visto y contado ahora mentes divertidas para diversión nuestra. No se pierdan esta historia que todavía luce cerca de nosotros, y aproveche el profesorado para utilizarlo en las aulas como recurso de lectura contrastada. El alumnado lo agradecerá. Verán que no exagero.

Voy escribiendo estas líneas en la villa de Allariz donde, paseando por los jardines de diseño, que ya llevan concursando con éxito más de una docena de años, leo escrito en el muro curvo de uno de ellos: “En el jardín del revés…/ hay un gigante escondido/ en una cáscara de nuez/ el cielo se ha dividido/ al multiplicarse por tres”.

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