Opinión | Décima avenida
La alergia de Kamala Harris a la prensa
Los cenáculos más conservadores de Estados Unidos llevan la cuenta de los días acumulados sin que Kamala Harris permita preguntas de la prensa, más de 20 hasta la entrevista que ofreció a Fox News el miércoles. Esta semana, Marc Benioff, propietario de la revista Time, criticó en X a la candidata demócrata por haberse negado a ser entrevistada para un reportaje centrado en cómo sería la Harris presidenta. «A pesar de múltiples solicitudes, Time no ha conseguido una entrevista con Kamala Harris, a diferencia de todos los demás candidatos a la presidencia. Creemos en la transparencia y publicamos cada entrevista en su totalidad. ¿Por qué la vicepresidenta no se compromete con el público al mismo nivel?», tuiteó Benioff.
La actitud de Harris contrasta con la de Donald Trump, un vampiro de la atención como el genial personaje de la serie Lo que hacemos en las sombras. A Trump no le importan las preguntas, seguramente porque sus respuestas son lo de menos. En caso de que se diera el caso contrario, de que Trump evitara los medios, correrían ríos de tinta en contra del candidato republicano. Pero, ¿por qué Harris evita la prensa y cuenta al milímetro sus escasas apariciones ante los medios?
Sus adversarios la acusan de ser una candidata muy endeble, que no es capaz de soportar el escrutinio público. Más bien se trata de una decisión premeditada para apelar a un espectro lo más amplio posible del electorado. Harris, desaparecida durante sus años de vicepresidenta, derrotada sin ni quiera concurrir a los caucus de Iowa en su primer intento presidencial, está a menos de tres semanas de aspirar a la Casa Blanca tras una operación política inédita y exprés, digna de la política espectáculo, fast food, que se estila hoy.
En pocas semanas, Harris pasó de la nada a la candidatura demócrata. Fue entronizada en agosto, y ha tenido dos meses para convencer no a quienes no quieren ver a Trump a Casa Blanca, sino a quienes no les importa que el magnate regrese al poder. Las posibilidades de Harris pasan por quienes no hubieran votado a Joe Biden pero tal vez sí a otro candidato demócrata. Para ello era necesario crear el hype y que la ola de novedad y popularidad llevara a la candidata hasta el 5 de noviembre sin contratiempos, meteduras de pata ni enfadar a nadie. Cuanta menos prensa y más control del mensaje y la imagen, mejor. Y cruzar los dedos. ¿Qué puede salir mal?
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