Opinión

Quien tiene los datos tiene un tesoro

La serie más vista en Netflix durante los primeros seis meses del año fue la británica Engaños, con más de 107 millones de visualizaciones. La película más vista, por su parte, fue Damsel. Esta fantasía épica, protagonizada por Millie Bobby Brown (la famosa Once de Stranger Things) registró más de 143 millones de visualizaciones. Hasta hace relativamente poco no era nada habitual que Netflix dijese cuánto se habían visto sus programas. De hecho, tradicionalmente se les ha acusado de ser muy poco transparentes. No compartían información ni con el mercado (ya que no tenían publicidad) ni con los creadores, a los que remuneraba por adelantado de forma generosa, en lugar de liquidarles royalties por consumo. Netflix daba información de vez en cuando, con cuentagotas, casi siempre en redes y con métricas que iban cambiando sobre la marcha.

Las cosas han cambiado. Tras el éxito de El juego del calamar la compañía decidió abrir un poco el cofre del tesoro y ofrecer datos para que industria, creadores y usuarios supiesen cómo de bien (o de mal) habían funcionado los contenidos de su catálogo. Lanzó una web en la que, semanalmente, consigna información de consumo: Netflix Top 10. Primero hizo público un ranking basado en las horas acumuladas, es decir, el número de horas de visionado que registraba cada contenido. También el número de países en el que el cada programa había logrado colarse en su famoso Top 10, ese lineal destacado de Lo más popular, que vemos cuando accedemos a la plataforma. Y, desde finales del año pasado, también da la cifra de visualizaciones.

Este dato, que se obtiene cruzando las horas acumuladas entre la duración del contenido, permite representar mejor el peso de cada contenido. Las visualizaciones nos da una audiencia media, esto es, una cifra teórica de personas que vieron el contenido de principio a fin.

El cambio se recibió con júbilo, especialmente por parte de la industria tradicional y de los creadores. Al fin era posible saber qué se estaba viendo y en qué proporción. Eso sí, con puntos ciegos.

En primer lugar, los datos no están auditados por los organismos que, de forma oficial, auditan a otros medios, aunque sí cuenta con auditoría de un tercero independiente. Además, se ciñen a los diez programas más vistos (global y por países) y a unos rankings históricos de lo más visto.

Pero Netflix se guardaba otro as en la manga. El año pasado, la compañía dejaba a todo el mundo con la boca abierta al decidir publicar semestralmente un documento que recoge las cifras de audiencia de todo su catálogo. Se trata de una sencilla tabla de Excel, con más de 16.000 filas, que permite consultar los registros de todo el contenido que está en Netflix, ya que solo excluyen aquellos que no superan cierto umbral de visualizaciones. A tenor del último de estos informes, correspondiente al primer semestre del año, sabemos, por ejemplo, que se vieron más de 94.000 millones de horas durante este período. También que Berlín (el spin off de La casa de papel) y La sociedad de la nieve fueron la décima serie y la tercera película más vistas entre enero y junio (con más de 48 y 103 millones de visualizaciones, respectivamente).

El documento dice mucho, pero también oculta varias cosas. Omite, por ejemplo, cómo se reparten geográficamente esas horas. Tampoco sabemos cuál es la cifra total que acumula cada programa. Además, la consecuencia de un documento que se ciñe a un período determinado se presta a distorsiones. Sí, Engaños supera ampliamente los registros de Bridgerton, pero hay que tener en cuenta que la primera se estrenó en una parte y la segunda en dos partes, entre mayo y junio.

Netflix no para de decir que le gustaría que el resto de plataformas fuesen igual de transparentes que ellos. Pero esta es una reivindicación fácil de hacer cuando tu posición de mercado es de liderazgo indiscutible (con más de 277 millones de clientes en todo el mundo). Esa base de usuarios les da una escala que difícilmente ninguna otra plataforma va a alcanzar.

Sí, Netflix da datos mientras otros se resisten a hacerlo. Pero tal vez deberíamos tener en cuenta que, incluso tras los datos objetivos, puede haber muchas sombras e infinitos matices.

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