Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Ártabros, por 50 años más

Les saludo en esta última cita del mes de octubre. Y es que, sin apenas darnos cuenta, el mismo se acaba en estos días de especial sabor a otoño. Una época en la que visitar el bosque, como hemos hablado muchas otras veces, se convierte en algo mágico, que muchas personas valoramos y compartimos. Si este no es su caso, ya sabe que nunca es tarde para probarlo… Y déjeme que se lo recomiende, porque con su especial paleta de color esta época destila sentimiento, emoción y belleza…

Hoy quiero hablarles sobre un evento en la naturaleza acaecido el pasado fin de semana, que también relaciono con tales atributos. Y es que el camino que entonces recorrimos por el Rego das Xesteiras no fue, ni por asomo, una actividad más. Celebrábamos el cincuenta aniversario de la Sociedad de Montaña Ártabros, impecablemente organizado por el fantástico grupo humano que hoy está más activo en su funcionamiento, apoyado por la asociación vecinal O Cruceiro y celebrado en el Parque de la Torre de Celas, con nuestro querido Xalo vigilante y siempre retador... Allí nos congregamos muchas personas, incluyendo algunos socios fundadores, en un evento intergeneracional, alegre y lleno de deporte, camaradería y muy sana convivencia. Un fantástico momento para caminar, correr un circuito de orientación, realizar una subida cronometrada, comer juntos una paella maravillosa, castañas y chorizos cerca del fuego, ver imágenes que nos unen y que dan cuenta de la magnífica trayectoria del club o, simplemente, charlar y evocar tantos acontecimientos, tanta amistad y tanta fuerza colectiva.

Y es que lo de Ártabros viene de lejos. Desde 1974, sin ir más lejos, montado por un grupo de personas entusiastas de la actividad deportiva en el medio exterior y, en particular, en la montaña. Y, desde entonces, sigue en marcha. Un grupo humano que surgió en la ciudad, y que sigue un camino que tiene que ver con la montaña, la espeleología, el senderismo, el alpinismo, la escalada, la orientación y otras disciplinas deportivas ligadas a su vez con la naturaleza en su estado más puro. Con todo ello y con su promoción, algo clave para trasladar en cada momento a las generaciones futuras el amor por el medio natural, los valores del deporte y esta bonita historia de amistad y logro, más allá de las dificultades y los inevitables problemas inherentes a una trayectoria tan longeva.

Estoy seguro de que, para cada persona que alguna vez pasó por el local de la calle Santa Teresa, Ártabros significa cosas diferentes. En mi evocación está ese sentimiento profundo de amistad, que en ocasiones como la del pasado sábado se renueva y realimenta. También multitud de anécdotas, muchos kilómetros de desarrollo vertical y horizontal, mucha alegría y algunos viajes de ensueño, difíciles de olvidar. Y muchas personas, algunas de las cuales no están ya en este mundo al menos presencialmente., porque en cincuenta años son muchas las cuitas a las que todos nos hemos tenido que enfrentar. Pero cuyo recuerdo y cuya fuerza vital siguen acompañándonos, lo cual nos emociona y da impulso. Y ya saben ustedes que alguien no se marcha realmente de aquí mientras haya otro ser humano que le recuerde…

Gracias, amigas y amigos de Ártabros por tantas vivencias compartidas. Gracias, compañeras y compañeros. Por tantos fines de semana increíbles, en Ancares o Caurel, en Trevinca, en Picos de Europa, en el Atlas, en el Pirineo o en cualquier otra parte. Por tanto amor y tanta generosidad. Por seguir ahí. Por este fin de semana pasado. Y, también espero, por los que seguirán viniendo… Por otros cincuenta años más. O cien. O doscientos...

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