Opinión | Un minuto

Celestial gentileza

Mi buen amigo José Antonio que lee mis minutos, a propósito del último publicado en que yo citaba una retahíla de nombres propios a los que intento felicitar en sus onomásticas, me cuenta que él celebra dos santos, Antonio, por mi padre, —escribe—, además de san José, por mi madre Josefina, dando prioridad a San José. Y, por cierto, San Antonio sé que está feliz en que dé prioridad al santo Patriarca. Y termina, divertido, diciéndome que su contestación casi se convierte en otro artículo de los míos. Pues, efectivamente, porque yo en respuesta a su mensaje le comentaba que ese detalle de dar prioridad a san José era sin duda porque iba acompañado por una dama, —que en mi calenturienta imaginación identifico con la Virgen María, su querida esposa— y galante que es san Antonio —seguía mi ilusión— se marca una inclinación de cabeza y con el brazo hace el ademán de dar paso a la celestial e imaginada pareja. ¿Estoy rozando la herejía porque de la Virgen María sabemos que está en cuerpo y alma en el cielo, pero no nos consta de san José? Herejía, no; en todo caso se trata de una devota licencia apoyada en la realidad de que son matrimonio, y que disfrutan y gozan juntos.

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