Opinión

Nunca, nunca hay que dudar de Lucas

Lucas Pérez

Lucas Pérez / LOF

Es imposible entender el Dépor reciente sin Lucas. Una obviedad. Hay miles de razones, muchas sentimentales, también futbolísticas. Una de ellas, quizás la menos visible, es esa historia de vacilaciones que se ha vivido en torno al coruñés en las dos últimas temporadas. Del «Lucas no está, no marca, no es el mismo» al «Lucas de mi vida, al Lucas imparable»... Así fue de la primera a la segunda vuelta del ascenso, así empieza a calcar sus pasos esta temporada. Esta dualidad sirve para explicar, en parte, esa esquizofrenia, ese ataque de nervios y de inseguridad permanentes en el que ha vivido instalado el deportivismo. Y es normal porque han sido muchas, pero hay que domarlos y, sobre todo, no hay que dudar de quien nunca ha fallado, ni en los peores momentos. A Lucas hay que exigirle, como a todos, porque da y mucho, pero no ponerlo en cuestión... Lucas ha sido lo más parecido en estos años a un Ángel de la Guarda.

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