Opinión | Artículos de broma

La reforma estética

Reinauguran Notre Dame, remasterizada, 3D, 4K y surge de sus cenizas una cúpula eclesiástica que entrega su alta costura a Jean-Charles de Castelbajac, un modista pop. Laurent Ulrich, arzobispo de París, encargó 2.000 prendas y complementos para vestir a los religiosos del ceremonial a la altura de un cómic francés de ciencia-ficción con guión de Alejandro Jodorowski. Estos señores se atreven con esos modelos porque visten raro todos los días, con prendas, formas y volúmenes que sólo ellos portan en el Occidente contemporáneo. La Iglesia, con la mejor arquitectura y excelsa decoración, vive hace siglos en la cumbre escénica y artística, como saben los aficionados a los musicales, salvo en el baile, una forma inmoral de activar el cuerpo, porque todos los meneos conducen a Roma.

En los funerales de la Dana grande, la misa de Iglesia que quería parecer de Estado —a la que fueron invitados los reyes católicos y, al final, debidamente acreditados, los deudos— se refrendó la importancia musical, pero si hubieran visto en Valencia una oportunidad similar a la de París habrían introducido algún instrumento diferente al órgano, algún ritmo base más moderno, otro fraseo en el Kyrie eleison... La acústica de las iglesias ha identificado una forma de hablar sobre resonancia que funciona como «el vocoder de Dios», mucho antes de que se inventara ese analizador y sintetizador de voz que no sueltan los raperos de frases cortas y rápidas vocalizadas como si salieran del dentista hasta el culo de lidocaína. Puede haber una oportunidad de modernización en ese estilo, como la hay en la indumentaria ritual de Castelbajac. Piénsese que, aunque esté bien pronunciada, la homilía puede contener trazas místicas que no se entienden, así que el cambio formal no alteraría al fondo.

Donde más problemas de modernización hay es en la peluquería cristiana, cuya mayor aportación es el tonsurado, una castración capilar de la coronilla, pero se abre un universo en pelucas y extensiones para que los cardenales sumen el flequillo o la media melena al solideo.

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