Opinión | Nuestro mundo es el mundo

Sánchez-Feijóo: pésimo negocio

Desde el inicio de la legislatura la polarización entre izquierda y derecha, la crispación entre el PSOE y el PP y las descalificaciones mutuas entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han sido constantes y crecientes. Ya en la investidura Sánchez levantó «un muro» entre la mayoría progresista y la oposición reaccionaria del PP y Vox. Y Feijóo respondió afirmando que la amnistía —prometida a Puigdemont— no solo era una traición a la Constitución, sino que rompía España. E impulsó grandes manifestaciones de protesta.

Ahora el PP afirma que el calvario parlamentario de Sánchez por su inestable mayoría no será nada frente al calvario judicial que le espera por el caso Ábalos, la investigación del juez Peinado sobre Begoña Gómez y la imputación por el Supremo del fiscal general del Estado. Esta semana, Feijóo le ha espetado a Sánchez en el Congreso que en su cena de Navidad tendrá, como mínimo, dos imputados, su mujer y su hermano. Y Sánchez le contestó, en la copa de Navidad a la prensa, que había colusión entre el PP y algunos jueces para deslegitimar al Gobierno. Además, es evidente que la mayoría de Sánchez se tambalea —no tuvo presupuestos en 2024 y los de 2025 están muy difíciles—, esta semana Puigdemont ha pedido que se someta a una cuestión de confianza y Míriam Nogueras, portavoz parlamentaria de Junts, le ha exigido que «mueva el culo». ¡Qué mayoría! Pero al PP las cosas tampoco le van mejor, porque Vox ha roto los pactos que le permitieron acceder al poder en muchas comunidades tras las autonómicas del 2023. Y sus presupuestos también están en el aire.

La polarización y la máxima descalificación entre Sánchez y Feijóo no está beneficiando a ninguno de los dos y está siendo un pésimo negocio para ambos. En la encuesta de Gesop para Prensa Ibérica del pasado domingo, se veía que en el transcurso del año tanto Sánchez como Feijóo han perdido apoyos como posibles presidentes. A la pregunta clave del político preferido para presidir el Gobierno, Sánchez sigue primero, pero su respaldo se ha reducido al 24,1% cuando en sondeos anteriores llegó al 29,7%. Una pérdida de más de cinco puntos desde mayo. Y a Feijóo solo le prefieren el 18,3%, cuando en febrero estaba en el 27,7%. Una caída de más de nueve puntos.

La crispación extrema está siendo pues un mal negocio para ambos y el gran beneficiado es Santiago Abascal, el líder de Vox, que si en febrero era el presidente preferido para solo el 6,7%, ahora ha subido al 10,3%, un aumento de más de tres puntos. Y lo más grave para ambos es que la caída de su valoración está generando una erosión de la estimación de voto a sus partidos. El PP bajaría del 32,7% de las elecciones del 2023 al 31,1% y el PSOE caería del 31,3% al 28,3%. Por el contrario, Vox, en un ascenso ininterrumpido durante todo el año, pasaría del 12,3% al 14,9%. Mientras el PP y el PSOE, peleándose e insultándose, pierden 1,6 y 3 puntos de apoyo electoral, Vox sube 2,6.

Peor aún. Su mayor apoyo, y la división entre Sumar y Podemos, hace que Vox sea el tercer partido en muchas provincias y si hoy hubiera elecciones el partido de Abascal saltaría de 33 a 49 escaños, 16 más, mientras que el PP se quedaría igual, el PSOE tendría un ligero descenso y la extrema izquierda se desplomaría, al presentarse dividida. Y hay consecuencias más profundas. Según otra encuesta de El País, publicada el lunes y con resultados similares, entre los más jóvenes, de 18 a 24 años, el primer partido con el 30% sería el de los desafectos (abstención o voto en blanco), seguido inmediatamente por los que votarían a Vox (29%) y a una distancia considerable por el PSOE (20%) y más lejos aún (11,2%) por el PP. La gran bronca entre Sánchez y Feijóo favorece la desafección política y al partido de Abascal.

Claro, si hoy hubiera elecciones, el PP podría formar gobierno con Vox, ya que juntos tendrían un mínimo de 180 escaños, por encima de la mayoría absoluta de 176. Pero el precio sería una mayor dependencia de Vox del de las elecciones del 2023. Y este dato refuerza algo la tambaleante mayoría de Sánchez. No por el aprecio que suscita, sino porque para sus muy distintos socios, desde el PNV y Junts hasta Bildu y Podemos, un gobierno Feijóo-Abascal sería el mal mayor.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents