Opinión

carles francino

Desamparados

No han estado mal los académicos de la RAE apresurándose a validar dana (depresión aislada en niveles altos) para su ingreso en el diccionario. Ahora sería oportuno recordar la definición de desamparo, porque ese es el sentimiento de miles de valencianos, casi dos meses después de la riuà. También se aprecia un cabreo infinito —setenta mil firmas en el Congreso, desplante a Mazón en el funeral de las víctimas...— por el intento de disimular las flagrantes negligencias que provocaron decenas de muertes. Pero lo peor es que ahora, cuando toca reconstruir lo que se pueda, muchos se sienten abandonados por las instituciones. Solo el voluntariado civil, que ha movilizado desde ciudadanos de a pie hasta músicos, actores o cocineros de postín, aligera el desánimo de los damnificados.

Hace unos días tuve oportunidad de pasearme con un micrófono por tres de los municipios más dañados de la Horta Sud. Paiporta continúa evocando paisajes de guerra con casas destruidas, comercios arrasados, calles polvorientas, coches destrozados, colas para conseguir comida, militares omnipresentes y muchas personas deambulando en un ambiente general de orfandad. Menos mal que los niños han vuelto al cole. En Catarroja juntamos a tres libreras a las que el agua se lo arrebató todo, menos las ganas de resucitar su negocio. Y lo van a hacer, seguro, porque les sobra coraje. Pero ayudas, de momento, ni una. Nos lo contaron en una calle céntrica, casi a oscuras, con el ruido de fondo de camiones y excavadoras retirando escombros. Y en Alfafar, en el centro comercial donde centenares de personas buscaron refugio la noche de la tragedia, también la oscuridad enmarcaba el relato de uno de sus propietarios. Solo salvó a los bomberos, para quienes tuvo palabras de agradecimiento y admiración. «Pero aquí no vino nadie entonces. Y ahora tampoco parece que nadie esté al mando». En fin, sé que la Virgen de los Desamparados es la patrona de la ciudad de Valencia, pero ya podría estirarse un poco con algún milagro en los pueblos vecinos porque, con los recursos terrenales, parece que no alcanza.

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