Opinión | La hoguera
Tucker Carlson en Rusia
La estrella de los periodistas estadounidenses «alternativos», el conservador Tucker Carlson, muy amigo de Trump, regresó la semana pasada a Rusia para hablar desde la Plaza Roja de lo malvado que es Estados Unidos. Carlson tiene un pasado en sitios progres como la CNN o MSNBC, pero se hizo realmente influyente en la Fox. Allí trabajó hasta que la cadena tuvo que pagar una demanda de más de 700 millones de dólares (sí: 700 millones de dólares) después de que Carlson difundiera la idea de que hubo un fraude electoral contra Donald Trump en las elecciones de 2020. Tras su salida de Fox, dio otro salto descomunal de fama e influencia en X. Desde la red social sin pajarito emite su programa Tucker on X. Allí realizó la primera entrevista de un periodista occidental a Vladímir Putin tras el inicio de la invasión de Ucrania.
A Carlson le gusta mucho Putin: no se oculta. En su regreso a la Plaza Roja, ha dicho: «Hemos visto desde Estados Unidos cómo la administración Biden ha llevado a Estados Unidos cada vez más cerca de un conflicto nuclear con Rusia... Debido a esa guerra, debido al hecho de que el ejército estadounidense está matando rusos en Rusia en este momento, estamos más cerca de una guerra nuclear que en cualquier otro momento de la historia. Mientras tanto, la mayoría de los estadounidenses no tienen acceso a ninguna perspectiva que no sea la que les otorga NBC News y The New York Times. No conocen la perspectiva rusa. Hemos estado tratando durante más de un año de difundir esa perspectiva».
En Occidente podría parecer un acto de rebeldía y disidencia el de Carlson y los que, como él, se acercan a las faldas de Putin sin cortarse. Es una postura tan disidente y rebelde como la de Juan Carlos Monedero abrillantando el refajo de Nicolás Maduro. Sin embargo, cuando Tucker Carlson se refiere a la «perspectiva rusa», hemos de entender que está hablando exclusivamente de la perspectiva de Vladímir Putin, quien se ha preocupado mucho en los años de guerra por exterminar cualquier asomo de «perspectiva rusa alternativa».
La conclusión es evidente: si Carlson fuera ruso y sostuviera una opinión del gobierno de su país tan disidente como la que tiene de Biden siendo americano, en este momento estaría muerto, tras un extraño accidente o una intoxicación con polonio. Es fácil idolatrar a tiranos como Putin o Maduro desde los asquerosos países que habitamos, donde nos permiten, incluso, defender a un exótico dictador.
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