Opinión | Lo que hay que oír

Sor Juan Inés de Espronceda

Un colega de la enseñanza pública secundaria (la que instruye a infancia, adolescencia y primera juventud; la tan mimada por la Administración española, según miente la propia Administración española) me envía un correo. «Como sé que te gustan estas cosas —escribe—, léete la Sec. I. Pág. 142993 del Boletín Oficial del Estado, núm. 271, sábado 9 de noviembre de 2024. Tómate antes un ansiolítico. Tela marinera». Procedo, pues, intrigado, aunque el BOE nunca contó entre mis lecturas favoritas y grima y sarpullido me da su prosa.

Se trata de una Disposición General del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes sobre «Acción educativa en el exterior», mediante la que se da cuenta de la «Resolución de 4 de noviembre de 2024, de la Secretaría de Estado de Educación, por la que se aprueban orientaciones curriculares de las enseñanzas de Lengua Española y Literatura (…) para los programas de educación en el exterior que, en el marco de sistemas educativos extranjeros, conducen a la obtención de los títulos españoles de Graduado de Educación Secundaria Obligatoria y de Bachiller». La ministra de Educación se llama Pilar Alegría, y el secretario de Estado de Educación —el número dos del ministerio— es el ubetense de 65 años Abelardo de la Rosa, quien «iba para ingeniero, pero estudió Filosofía, probó la docencia y se enganchó», según informa El País.

Ni les digo nada ni me digan nada de la prosa montuna y montaraz que gastan los ministerios, sean de izquierda, derecha, centro o del lucerito del alba. Cuarenta y tantos años de vida dejé en las aulas, así (o asina) que leí de todo en los BOE. Qué daño tan enorme les habrá hecho la lengua española para que la odien así.

Pues bien, tras los habituales lugares comunes, ahí que te va eso que antes se llamaba Programa o Temario, y hoy Diseño Curricular u Orientaciones Curriculares o El Copón de la Baraja para que el alumnado «en el exterior» (¿en Marte?) conozca requetechupi canela nuestra lengua y cultura, y convalide títulos.

Y aquí llega la lista de autores propuestos por nuestras más altas autoridades educativas. Y aquí llega la lista de los poetas y las poetas, divididos por siglos. Y aquí llega el XVIII con solo dos autores. Pero qué autores: José de Espronceda y Sor Juana Inés de la Cruz. Señoras y Señores: Espronceda y Sor Juana pertenecen al siglo XVIII, el que principia en 1701, que lo dice el Ministerio y oponerse es de fachas.

Todos los libros, pues, confundidos están. Se estudia en ellos que Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana (nuestra excepcional monja jerónima) nació en 1648 o 1651 y se fue en 1695: o sea, siglo XVII a tope limón, puritito Siglo de Oro. Sigo adelante. José Ignacio Javier de Espronceda nació en 1808 (siglo XIX por lo tanto), a las seis y media de la mañana, en una cabañita de Pajares de la Vega o en un palacio (el del marqués de Monsalud) de Almendralejo. Murió en 1842 (siglo XIX por lo mismo), en plena moda del Romanticismo literario. Ni una ni otro de tan altos escritores pertenecen al XVIII. Salvo para nuestro BOE.

Bah, una errata sin importancia, hay que ver cómo te pones, siglo arriba, siglo abajo… ¿En el BOE? ¿Por parte del Ministerio de Educación? ¿Esa es nuestra «acción educativa en el exterior»? Me niego a tragar tanta mediocridad insensata, tanta banalidad y tanto desprecio al patrimonio literario al que dediqué mi vida.

Pero estamos en las fechas en que estamos y mi médico me tiene prohibidos los disgustos. Así que, leído lo leído, háganme el favor de pasar lo mejor posible estas fiestas. Que de pasarlo mal siempre hay tiempo, como dice mi clásico, que es Jerónimo Granda, perteneciente a los siglos XX y XXI… o al XVIII si se le antojare al ministerio del ramo. Nos vemos el próximo año, queridos lectores.

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