Opinión

Listín telefónico: el error

Gideon Rachman decía el martes en el Financial Times que, aparte de Estados Unidos, en el G-7 solo Gran Bretaña e Italia tienen gobiernos estables. Causas: declive del centro, populismo y problemas fiscales. Antes escuché la rueda de prensa de Sánchez de balance del 2024. ¿Tiene España un Gobierno estable? ¿Retrocede el centro y sube el populismo?

Casi toda la derecha está en el antisanchismo y toda la izquierda cree que nos salva de un gobierno PP-Vox. Quizás a España le sobran creyentes de todo tipo y faltan dosis de espíritu crítico. El soliloquio de Sánchez fue de un triunfalismo reiterativo que cansaba y traslucía que, bajo su coraza, está muy herido por las descalificaciones.

En economía y empleo España no va mal. Ahí está el PIB del tercer trimestre (0,8%) que indica un crecimiento interanual del 3,3%. Pero luego el largo listín telefónico de éxitos fue absurdo. Hacer balance es seleccionar y poner en contexto, no un recital autosatisfecho. Cierto, en déficit vamos mejor que Francia, pero presumir de que somos el país con más kilómetros de AVE suena al peor triunfalismo del peor Zapatero. Más cuando las cercanías de las áreas metropolitanas —donde se mueve el ciudadano— no mejoran.

Alardear de conquistas sociales —pensiones, salario mínimo— vale, pero choca con el lacerante problema de la vivienda: los alquileres se han disparado muy por encima de los salarios. Y gobierna ya desde 2018, alguna responsabilidad tendrá. Y se equivoca estrepitosamente en las políticas para remediar el problema. El control de alquileres —quizás inevitable— es solo una aspirina que incluso puede agravar el problema de fondo: cada año se construyen muchas menos viviendas de las que necesitan las nuevas unidades familiares, muchas de emigrantes.

Además, la gran mayoría del empleo que se crea es de emigrantes con lo que la renta per cápita, que se aproxima más al bienestar, crece menos que el PIB macroeconómico. ¡Ni una palabra!

Pero tras el soliloquio, estuvo más hábil en sus respuestas a la prensa. Huyó, pero correctamente —el tiempo pondrá las cosas en su sitio y la gran mayoría de los jueces cumplen con su deber— de los graves casos judiciales que le acechan. Y respecto a Cataluña —el problema más grave de España, economía aparte, desde la sentencia del Estatut de 2010— sonó convincente. El PP se movilizó contra la amnistía. Alegó que era inconstitucional y rompería España. Pero las Cortes la aprobaron, Illa está en la Generalitat y la amnistía está asumida. Prueba, hoy el PP no tiene ningún inconveniente —incluso hace ostentación— en pactar con Puigdemont para derrotar leyes del Gobierno.

Es normal que el PP critique a Sánchez y su dependencia de Podemos. Y que el PSOE reproche a Feijoó sus pactos con Vox. Pero cuando Gobierno y PP no pueden acordar nada, la democracia va mal pues la Constitución obliga muchas veces a amplios consensos, imposibles si los dos grandes partidos están todos los días enfrentados. Y en esto Sánchez tiene su tanto de culpa.

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