Opinión
Un cuarto de siglo no es nada
Vladímir Putin ya era el hombre fuerte de Rusia antes de que los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 nos anunciaran que el mundo entraba en una nueva era. Hace 25 años vivíamos igual o mejor de bien sin necesidad de estar constantemente mirando un aparato del que nos hemos convertido peligrosamente en adictos. El euro aparecía en nuestros bolsillos. Apple era una empresa que apenas generaba interés en los inversores y que intentaba resucitar gracias a Steve Jobs. La farmacéutica Pfizer triunfaba gracias a haber descubierto la Viagra. Nvidia, fundada en 1993, empezaba a descubrir sistemas para mejorar el grafismo 3D. Amazon intentaba abrirse paso en el sector del envío de libros a domicilio. Tesla no se había fundado y Elon Musk era un desconocido.
Un tal Donald Trump jugaba al Monopoly en el sector inmobiliario. El peso que tendrían los, por entonces, embriones de redes sociales en la comunicación era impensable. En España, José María Aznar se encaminaba hacia una mayoría absoluta en el Congreso gracias a la gestión económica de su primer mandato. Pedro Sánchez empezaba su carrera política como delegado del PSOE. Telefónica era la empresa española más valorada e Inditex aún no había salido a Bolsa. ETA aún mataba.
En este primer cuarto de siglo hemos sufrido atentados terroristas como el del 11 de marzo de 2004 en Madrid, una burbuja inmobiliaria que acabó cimentando una crisis financiera y económica que estuvo a punto de llevarse el euro por delante, una pandemia de la que nos hemos olvidado con excesiva facilidad y el resurgir de las guerras: desde la invasión de Ucrania hasta las masacres de Oriente Próximo, sin contar los dramas humanitarios en lugares del planeta que olvidamos. En la cercanía, han muerto 10.457 personas que intentaban llegar a Europa a través del Mediterráneo en 2024 escapando de la miseria.
Buenas noticias para algunos: España ha sido campeona del mundo de fútbol y tres veces de la Eurocopa. El Real Madrid ha ganado ocho Champions y el FC Barcelona, cuatro. Entramos en el segundo cuarto de siglo XXI aventurando qué camino puede tomar el futuro reconociendo que ninguno de los grandes acontecimientos que hemos vivido desde 2000 estaban entre nuestras predicciones. Ni el mejor de los autores de ciencia y política ficción hubiera acertado.
A vivir que son dos días
Abrimos 2025 con una extraña sensación de optimismo controlado fruto de datos macroeconómicos positivos. El por si acaso se ha convertido en un justificante para tomar decisiones de consumo impulsivo basadas en el a vivir que son dos días. Europa se ha convertido en el queso de un sándwich entre las grandes potencias gobernadas por Putin, Xi Jinping y, partir del 20 de enero, el regreso de un Donald Trump aconsejado por Elon Musk.
Los posicionamientos políticos más extremistas siguen haciéndose fuertes en nuestras democracias. La guerra sigue en Ucrania y en Palestina han celebrado con terror y tristeza estas fechas de Navidad. Los gurús siguen discutiendo sobre las bondades y peligros de la inteligencia artificial, mientras se nos advierte de que se producirá algún día una nueva pandemia o que habrá un ciberataque a gran escala. Feliz 2025.
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