Opinión | EL TRASLUZ
Como un zombi
Me pregunto si Lázaro resucitó en avanzado estado de descomposición: llevaba cuatro días muerto, tiempo más que suficiente para que las vísceras, incluido el cerebro, hubieran comenzado a corromperse, los ojos a secarse y a escariarse la piel. Hay días en los que yo amanezco como si me hubiera pasado la noche en el infierno (¿y quién dice que no?). Me cuesta horrores recomponerme bajo la ducha. Si así es regresar del sueño, ¿cómo será volver del interior mismo de la muerte? ¿Se afeitó Lázaro nada más despertar? ¿Se dio un masaje para restituir la circulación sanguínea? ¿Había en la época alguna clase de colirio capaz de aliviar la deshidratación ocular?
¿De dónde regresó? ¿Vagó durante aquellos cuatro días de ausencia por un valle sombrío? ¿Estuvo en la guerra del Vietnam o en la guerra de España? Digo esto porque un resucitado reciente, una de esas personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte (ECM) contó que había estado, de difunto, en el desembarco de Normandía.
-¿Y qué hacías allí? -le preguntó el facultativo que acababa de resucitarle con un masaje cardiaco.
-Iba de un lado a otro -respondió atónito.
Se me ocurre que los muertos, hasta que aceptan de verdad su condición, hacen las mismas tonterías que los vivos, es decir, ir de un lado a otro. Las carreteras tienen un carril de ida y otro de vuelta, lo mismo que las calles, porque la dedicación general de los vivos no es otra que la de ir de un lado a otro. Lo pienso cuando, en las escaleras mecánicas de subida de los grandes almacenes, me cruzo con los de las escaleras de bajada. Todos esos que bajan soy yo, aunque también soy yo el que sube. La cuestión es ir de acá para allá. Eso es la vida y quizá también la muerte.
Lázaro estuvo yendo de un lado a otro, es un suponer, con la carne hecha harapos. La carne de todos los seres vivos está hecha de retales, de colgajos, de descosidos y piltrafas porque la evolución trabaja con lo que hay. Convierte pedazos de mandíbulas en oídos del mismo modo que en un taller de arreglos transforman un viejo abrigo en una chaqueta nueva. Con lo que sobró de los dinosaurios desaparecidos, la evolución hizo el gorrión, ya ves, una obra de arte. Pero lo que me sorprende de Lázaro es que no contara nada del lado de allá. No consta que se manifestara. Ni siquiera dijo haberse visto desde el techo.
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