Opinión | Billete de vuelta

Los que crispan son los otros

El Rey pide en su discurso navideño que cese la bronca política y los dos principales instigadores del permanente desencuentro aplauden al monarca y no se dan por aludidos. Ni PSOE ni PP consideran que el mensaje de Felipe VI ponga el dedo regio en la llaga de la nefasta actitud de confrontación de los dos partidos más poderosos e influyentes de este país, que las palabras bien medidas incidan en mitigar el empeño de ambos en la contienda sin cuartel y el litigio. Seguramente Sánchez pensará que el Rey se refería a Feijóo, y el líder de los populares cavilará que la diana de los serenos dardos de la Corona tiene pintada la cara del presidente del Gobierno. Los que crispan son siempre los otros, los malos. Pero ¿en qué bando están los buenos? Entienden ambos que la llamada a la serenidad y al consenso no va con ellos y hacen oídos sordos a la recomendación del jefe del Estado en aras de apagar las llamaradas del permanente estado de conflicto que causa enorme estupor en la ciudadanía, cuando no una alarmante y peligrosa desafección.

La única salida viable que le queda a España para no desintegrarse en una ceremonia autodestructiva pasa por el entendimiento entre socialistas y populares con una hoja de ruta común que busque soluciones viables a los principales contratiempos que acucian a la ciudadanía. Seguramente esa sea la indicación del Rey: entiéndanse y dejen de tocar las pelotas.

Está obligado el monarca a ser discreto y equidistante, pero nada le obliga a no resultar contundente cuando la gravedad de la situación lo requiera. El tirón de orejas en Nochebuena resultó evidente, por mucho que Felipe VI tenga que echar regañinas con pellizcos de monja.

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