Opinión | Crónicas galantes
Un fantasma vuelve a recorrer España
Franco murió en la cama. En la de un hospital que, para ser precisos, se llamaba —y se llama aún— La Paz, inaugurado por el dictador para conmemorar los «25 años de paz» que en 1964 cumplía su régimen. A diferencia de lo que ocurrió en Italia, Alemania, Grecia o Portugal, la dictadura franquista no fue derrocada ni derrotada.
Aun así, al Gobierno le ha dado por conmemorar el cincuentenario de la muerte de Franco con el propósito sin duda loable de defender la democracia. El general que se hacía tratar por el título de generalísimo, tan superlativo como su ego, estaría encantado de que todavía se siga hablando de él, aunque sea mal.
Todo esto no hace sino constatar el rotundo fracaso del Club del Innombrable, asociación constituida decenios atrás en Santiago por un grupo de antifranquistas con el sensato objetivo de promover el olvido del dictador y su reclusión en los trasteros de la Historia. Los miembros de aquel círculo democrático se habían juramentado para no citar jamás, en ninguna circunstancia, el nombre de quien sometió a España durante casi cuatro décadas. A la vista está que el propósito no se ha cumplido.
Lo raro es que el recuerdo de Franco lo avive un gobierno de tinte socialdemócrata y, en principio, de izquierdas. Con lo que nos había costado que apenas se nombrase ya al Innombrable, ahora viene Sánchez a propinarnos un centenar de actos en memoria del dictador. Esto se avisa, hombre.
Por fortuna, la inmensa mayoría de los chavales y buena parte de los adultos de ahora mismo ignoran por completo quien fue Franco. A lo sumo lo confunden con Don Pelayo o lo sitúan en algún lugar incierto de la lista de los reyes godos, suponiendo que aún se torture a los alumnos con ese tema en los colegios.
Por desgracia, esa feliz ignorancia se va a acabar en este año que el Gobierno ha elegido para publicitar a Franco en los medios. Con cien eventos, a razón de uno cada tres días, milagro será que los rapaces no empiecen a preguntar en casa quién es ese señor bajito y de voz atiplada que tanto sale en la tele.
La campaña evoca un poco el caso de los antifranquistas sobrevenidos que tras la muerte de Franco descubrieron su hasta entonces ignorada oposición al régimen. Tan numerosos eran los que se jactaban de haber corrido delante de los «grises» y conspirado secretamente contra el franquismo que, a decir verdad, no se entiende cómo el pequeño Führer español pudo morir sosegadamente en la cama.
Lo normal es que hubiera sido derrocado en un santiamén por los aproximadamente treinta millones de antifranquistas que (según se supo tras su muerte) organizaban con disimulo una vasta conjura contra el Caudillo.
No fue así, claro. Aquí no cayó la dictadura, aunque dé un poco de apuro y de tristeza recordarlo. Simplemente, franquistas y demócratas acordaron un pacto de no agresión para evitar que volviesen a España los no tan viejos tiempos de Caín. Unos aceptaron la democracia —de aquella manera— y otros, la monarquía y el jefe del Estado designado por Franco. A eso se le llamó la Transición, que aún duraría tres años desde el descenso del dictador a los dominios del Dante.
Medio siglo después, su fantasma ya olvidado vuelve a vagar por España.
Suscríbete para seguir leyendo
- El momento Eddahchouri
- Condenado un hombre en A Coruña que afeitó las cejas y cortó el pelo a su pareja mientras dormía para denigrarla
- Estos son los nombres de pila prohibidos en España: el Ministerio de Justicia los cambiará sin consultar
- EN DIRECTO | RC Deportivo - UD Almería
- Derriba con su coche dos farolas en la tercera ronda y se da a la fuga
- Trey Thompkins: «Le dije a Heurtel que si venía al Leyma, también podía ayudarse a sí mismo»
- El Concello de A Coruña cederá cuatro parcelas a la Xunta para vivienda de promoción pública
- Juan Carlos Real: «Pude volver al Deportivo y no se dio, pero el recuerdo es maravilloso»